La Estatua de Nuestras Almas

Fethullah Gülen: La Estatua de Nuestras Almas

Hasta aquí, he bosquejado brevemente los atributos de los herederos de la Tierra. Ahora voy a aclarar y ampliar estos atributos.

El primer atributo de los herederos es la fe perfecta. El Corán establece que el propósito de la creación de los seres humanos es la fe en Dios expresada en el horizonte del conocimiento, en el espíritu del amor, en la dimensión del amor extático y el fervor gozoso, y en los distintos matices de los placeres espirituales. Los seres humanos son responsables de la construcción de su mundo de fe y de pensamiento, ya sea mediante el establecimiento de caminos que van desde su propia esencia hasta las profundidades de la existencia, o bien tomando diversos atajos desde la existencia y evaluándolos desde su esencia. Esto implica la emergencia de la realidad humana latente en su alma. Sólo con la luz de la fe podemos percibir nuestra esencia, el fondo de nuestra esencia y las metas y objetivos de la existencia. Sólo así podemos tomar conciencia de los aspectos internos del universo, de los aconteceres y de lo que hay más allá. Sólo entonces podemos comprender la existencia dentro de sus verdaderas dimensiones. La incredulidad es un sistema obstruido, bloqueado y ahogado. En los ojos del incrédulo, la existencia se inició como un caos, desarrollándose en la aterradora incertidumbre de la casualidad, y se desliza con rapidez hacia un pavoroso desenlace. En esta inestable y estruendosa agitación, está ausente el hálito de la compasión divina para dar alivio o alegría al alma, no existiendo ahí ningún refugio para nosotros, para nuestras aspiraciones humanas, para disfrutar con seguridad en un lugar fresco, en el que sople una brisa de consuelo, ni siquiera un pequeño punto de apoyo sobre el que podamos avanzar.

Por el contrario, la persona de convicciones, aquella que conoce su ruta y su destino, sus deberes y responsabilidades, lo ve todo completamente claro y luminoso. Pisa donde se supone que debe hacerlo, sin la menor ansiedad, y camina hacia su destino sin miedo, con confianza y seguridad. En su viaje, investiga incansablemente en la existencia y en lo que está más allá de ella. Sopesa las cosas y los acontecimientos en innumerables ocasiones, intentando abrir todas las puertas y tratando de establecer relaciones con todos los seres. Allí donde no llegan sus conocimientos, experiencias y descubrimientos, acepta los hechos en la medida en que hayan sido confirmados por ellos mismos y por otros, y continúan su viaje.

Con estas referencias, se constata que el viajero que tiene fe ha descubierto una fuente de poder de gran importancia. La potencialidad y riqueza expresada en «No hay fuerza ni poder, excepto con Dios», y que pertenecen al más allá, son una fuente de poder, una luz tan importante, que quien las adquiere ya no necesita de ninguna otra. Esta persona siempre Le ve y Le conoce. Se apresura a unirse a Su compañía y a Su séquito, y a dirigir su vida hacia Él y con Él. Puede retar a todos los poderes mundanos en proporción a sus conocimientos y a la confianza que tiene en Él, con la certeza de poder superarlo todo. Incluso bajo las circunstancias más adversas, vive con un alegre afán y jamás se hunde en el pesimismo.

Dado que este punto es el tema de obras tales como Risale-i Nur y otros muchos libros, remito a los lectores a dichas obras y paso ahora al segundo atributo.

La segunda cualidad de los herederos es el amor, que es considerado el elixir más importante para la renovación. La persona que llena y mejora su corazón con la fe en Dios y con conocimiento de Él, siente un profundo cariño y un inmenso amor por todos los seres humanos y por toda la creación, en proporción directa a esa fe y a ese conocimiento. Vive así toda su vida inmersa en el flujo y reflujo de un amor que lo abarca todo, en un estado de rapto y de éxtasis, de atracción, y con la sensación de ser atraída hacia Dios y hacia los deleites espirituales. Como en todas las épocas, ahora también es necesario que los corazones se llenen y se entusiasmen con amor, desbordándose de alegría y deseo, con una nueva conciencia, a fin de poder llevar a cabo esa gran renovación. Sin amor resulta imposible realizar un esfuerzo o movimiento duradero y eficaz en sus consecuencias y, para ello, han de centrarse en la otra vida. Podemos entender el amor divino como un estar ante Dios, situándonos en el contexto de aquellas relaciones enriquecedoras que nos hacen sentir el placer de ser creados por Él, sintiéndonos a nosotros mismos como la sombra de la luz de Su Ser, aceptando que complacer a Él es el fin de todo lo creado y el motivo de la creación, y buscando siempre Su amor y Su complacencia. Este amor por Dios es una infinita y misteriosa fuente de poder, y los herederos de la tierra no deben descuidarla, sino vivir y disfrutar de ella plenamente.

Occidente se familiarizó con el amor en sus diferentes modalidades y ámbitos y, siguiendo a los filósofos en el clima brumoso de la filosofía, tan sólo lo probó. Sin embargo, experimentó dudas, indecisión, desconfianza e incertidumbre hacia todo. Nosotros contemplaremos la existencia y su fuente a través de la lente del Corán y la Sunna. Al recurrir y referirnos a los principios de equilibrio de estas dos fuentes y exponiendo abiertamente su inmensidad metafísica, sentiremos el amor —ese amor febril que encendemos en nuestros corazones— por el Creador y, desde ese apego que sentimos por Él, amaremos a la totalidad de la existencia. Porque, a través de estas dos fuentes (el Corán y la Sunna), el origen del hombre, su lugar en el universo, el objetivo de su existencia, el camino que ha de seguir y su final, estarán tan de acuerdo con sus pensamientos y sensaciones, con su conciencia y sus expectativas que le resultará imposible no sorprenderse y admirarlas tras percibir esta coincidencia.

Para la persona de corazón estas dos fuentes luminosas son un caudaloso manantial de fe y un atractivo tesoro. Los que se vuelvan a ellas con pureza y sinceridad de sentimiento y de obra no volverán con las manos vacías y quienes se refugien en ellas no morirán eternamente. Esto es suficiente, siempre y cuando los que se refugien en ellas lo hagan con la sinceridad y profundidad de un Imam Ghazali, de un Imam Rabbani, de un Shah Wali o de un Bediüzzaman Said Nursi. Siempre y cuando se les acerquen con el entusiasmo y la emoción de Yalal al- Din Rumi, Sheij Galip o Mehmed Akif. Siempre y cuando acudan a ellas con la fe y las acciones de Jalid ibn Walid, de Uqba bin Nafi, de Salah al-Din Ayyubi, del sultán Mehmed el Conquistador o del sultán Selim II. Combinar sus celos desbordantes, que abarcan todos los tiempos y lugares, con las costumbres, estilos y métodos de la época contemporánea hasta llegar al espíritu del Corán, que nunca envejece, sino que supera todas las edades, hasta alcanzar una metafísica universal, constituye nuestro segundo paso.

El tercer atributo de los herederos es volverse a la ciencia con una terna de razonamiento, lógica y conciencia. En una época en que la humanidad está siendo arrastrada tras ciertas oscuras fantasías, un giro así, que es también una respuesta a la tendencia general de los seres humanos, sería un paso importante para la salvación de toda la humanidad. Tal y como Bediüzzaman señaló, al final de los tiempos, la humanidad se volverá al conocimiento y a la ciencia con todas sus fuerzas. Hará uso de todo su poder de aprendizaje, que se reorientará de nuevo hacia lo científico. La pureza de habla (fasahat), la elocuencia (balaghat) y la expresión superior o retórica serán temas en los que todos se interesarán. Es decir, que vamos a experimentar nuevamente un tiempo de aprendizaje y lenguaje. De hecho, no hay otra manera de limpiar la brumosa atmósfera de incertidumbre que nos rodea, para luego alcanzar las verdades y la Verdad de las verdades. Superar el vacío de los últimos siglos, alcanzar la plenitud de habilidades e información y probarnos a nosotros mismos una vez más reparando nuestro dañado subconsciente, saliendo del débil y maltrecho estado que hemos estado soportando año tras año, todo ello dependerá de la formulación y expresión científica que se lleve a cabo a través del prisma del pensamiento islámico.

En cuanto al pasado reciente, vemos cómo la dirección y el objetivo del conocimiento no fueron definidos, cómo a menudo se han mezclado el conocimiento con la ciencia positivista y con la filosofía materialista, y así hemos vivido inmersos en un profundo caos en el pensamiento científico y los científicos han sufrido un descrédito irreparable. Este vacío ha sido utilizado por gentes ajenas a nosotros, quienes han establecido afanosamente escuelas e instituciones en todos los rincones de nuestro país y han inyectado separación y alienación en nuestros descendientes a través de sus instituciones educativas. Algunos miembros de nuestra comunidad llevaron a sus hijos más dotados e inteligentes a dichas instituciones, de manera humillante, ahondando aún más en el alejamiento y la extrañeza. Pasado un tiempo, no quedó nada de fe ni de religión en aquellas jóvenes, inexpertas y traicionadas generaciones. La fe y la religión se arruinaron y se pudrieron. A nivel nacional, fuimos sometidos a la fastuosidad, a la ordinariez y al egoísmo, en el pensamiento, en los sentidos, en los conceptos y en el arte.

La razón de por qué sucedió esto es obvia. En esas escuelas e instituciones, sin excepción alguna, en esas escuelas a las que encomendamos las mentes de nuestros jóvenes sin ningún tipo de control ni condiciones, la cultura americana, la moral francesa y las costumbres y tradiciones inglesas se prodigaron de forma prioritaria, por delante de la ciencia y el pensamiento científico. Así, nuestra juventud, en lugar de acompasarse con los tiempos a través de su ciencia, su metodología y tecnología, se agrupó en varios grupos y facciones, comenzando a jugar el juego del marxismo, el durkheimismo, el leninismo y el maoísmo. Algunos se consolaron con el sueño del comunismo y la dictadura del proletariado, otros se hundieron en los complejos freudianos, otros arruinaron sus mentes en el existencialismo y se enredaron con Sartre, otros babosearon sobre lo sagrado citando a Marcuse, algunos comenzaron a malgastar sus vidas entre los delirios de Camus... Todo esto fue vivido y experimentado en nuestro país, y las denominadas casas de la ciencia fueron responsables de la inculcación y diseminación de semejantes ideas y experiencias. Durante ese período de crisis, las voces y lenguas de algunas de las almas más oscuras se ennegrecieron difamando continuamente a la religión y a todo lo religioso, manifestando incesantemente la locura y la insensatez de Occidente. Ciertamente, es imposible que olvidemos esos tiempos y a sus vulgares títeres. Los que favorecieron esas circunstancias en detrimento de nuestro pueblo y de nuestro país serán recordados siempre como culpables y condenados por la conciencia colectiva.

Ahora, dejando a un lado los períodos más oscuros y a sus administradores con sus malas acciones y estados, que aún revuelven nuestros estómagos y producen dolor en nuestros corazones, nos gustaría hablar de los trabajadores del pensamiento que van a construir nuestro futuro.

A través del pensamiento científico y de la comprensión, como ya hicimos hace mucho tiempo, mucho antes incluso de que Occidente lo hiciese, hemos de imbuir a nuestras jóvenes generaciones de ciencia e ideas para así poder llevar a cabo nuestra renovación, nuestro renacer. La aflicción y el dolor por el desafortunado destino del pasado sentidos en la conciencia colectiva, la exasperación y las palpitaciones producidas por los años de dominación extranjera y las heridas que la negligencia y la explotación de los últimos años han causado en nuestro pueblo, siguen siendo una fuente de lamentos, como los del Profeta Adán, de sollozos como los del profeta Jonás y de sufrimientos y quejas como los Profeta Job. Tras esos suspiros y lamentos, pensamientos, sentimientos y esfuerzos, y guiados por la experiencia histórica y por aquello que los resultados de los esfuerzos y eventos nos indican, sentimos que el tiempo y la distancia han comenzado a encogerse y que los días previstos no están tan lejanos, de hecho están sólo a unos pocos pasos.

El cuarto atributo de los herederos es el acto de revisar sus puntos de vista sobre el hombre, la vida y el universo, y evaluar y criticar sus propios aciertos y errores. En este sentido, contemplaremos tres puntos:

a. El universo es un libro que el Creador muestra ante los ojos del hombre para que éste tenga constantes referencias. El hombre es una lente abierta que observa las profundidades de la existencia, y un índice, una síntesis transparente de todos los mundos. La vida es una manifestación, la asunción de las formas, cuyos significados se filtran de ese libro al índice, y es un reflejo de lo que reverbera en el discurso Divino. Si el hombre, la vida y el universo son considerados diferentes en razón de sus formas y colores externos, cuando no son sino distintas caras de la misma verdad —y esa es la realidad—, su mutua separación arruina la armonía de la verdad, lo cual es un mal, una injusticia y una falta de respeto hacia el hombre y la existencia.

Como tenemos la obligación de leer, entender, obedecer y someternos a la Palabra de Dios, que proviene de Su atributo divino del Habla, nos es absolutamente indispensable conocer y entender a Dios en la totalidad de las cosas y acontecimientos que Él ha planeado con Su conocimiento y creado con Su Voluntad y Poder divinos, y luego hemos de buscar y confirmar esa conformidad y congruencia en todas las cosas y aconteceres. El Corán también proviene del atributo divino de la Palabra. Es el alma de toda la existencia y la única fuente de felicidad. El libro del universo es el cuerpo de esta verdad y muestra una dinámica muy importante, directamente sobre este mundo e indirectamente sobre el más allá, respecto a las distintas ramas de la ciencia que engloba y representa. Por ello, la comprensión y puesta en práctica de estos dos libros y la organización de toda la vida de acuerdo con ellos es algo digno de recompensa; y dejarlos de lado, ignorarlos e incluso no poder interpretarlos ni aplicarlos en la vida, es algo merecedor de castigo.

b. La verdadera profundidad de un ser humano debe buscarse en el sentido, el pensamiento y el carácter de la persona. Del mismo modo, la credibilidad, la estima y el valor de la persona ante los ojos de la gente y de Dios, deben buscarse también en lo mismo. Los atributos humanos superiores, la profundidad de sentido y de pensamiento y la firmeza de carácter, son como una garantía de solvencia o una carta de referencia en cualquier sitio. El que contamina su fe y su entendimiento con los pensamientos y atributos propios de los incrédulos, causando ansiedad y miedo en torno a sí, por su carácter, nunca puede llegar a conseguir ayuda y favores de la Verdad, ni puede conservar su credibilidad, su estima y su confianza ante los demás; esto se debe a que tanto las personas como Dios Todopoderoso juzgan a los individuos por sus atributos humanos y por sus elevadas virtudes, y en función de ello les recompensan. Por eso, los que son pobres en atributos humanos y débiles en sus caracteres apenas pueden lograr grandes cosas y mantener esos logros, a pesar de que parezcan ser buenos creyentes. Por otro lado, los que tienen una mayor firmeza de carácter y elevados atributos humanos difícilmente pueden fracasar del todo, a pesar de que no parezcan ser buenos musulmanes. Del mismo modo que el agradecimiento a Dios, Su perdón y Su recompensa están asimismo en función de los atributos personales, y la cálida bienvenida o la aceptación por parte de los seres humanos depende también, en cierta medida, de las mismas.

c. Los medios para alcanzar un objetivo lícito y correcto deben de ser también lícitos y correctos. Para quienes siguen la vía islámica, que el objeto de sus esfuerzos en cada empresa sea legal es un derecho, y la legalidad de los medios para alcanzar ese derecho es una obligación. Como el agrado de Dios y la unión con la Verdad no pueden ser adquiridos sin sinceridad y sin que sea únicamente por Dios, el servicio al Islam y la guía de los musulmanes hacia sus verdaderos objetivos y metas no puede alcanzarse por caminos y medios incorrectos. Lo opuesto a esto sí parece ser cierto. Los que han perdido el favor de Dios Todopoderoso y la favorable inclinación de las personas hacia ellos por haber malgastado su valor, su credibilidad y estima, en asuntos vanos, inútiles y falsos, no pueden esperar tener éxito durante mucho tiempo.

El quinto atributo de los herederos es ser capaces de pensar libremente y ser respetuosos con la libertad de pensamiento. Ser libre y gozar de la libertad aportan profundidad y fuerza a la voluntad humana y son una misteriosa puerta por donde se puede acceder a los secretos del yo. Al que no accede a esa profundidad y no puede pasar por esa puerta, apenas se le puede calificar de humano. Durante mucho tiempo hemos estado retorciéndonos en los terribles grilletes de la esclavitud que ha sometido a nuestros pensamientos y sentimientos a diversas tensiones internas y externas. Hemos vivido en circunstancias en las que se han impuesto restricciones a la lectura, al pensamiento, al sentir y al vivir, haciendo así imposible el mantenimiento de las facultades humanas, y más imposible aún el logro de una renovación y del progreso. En tales circunstancias incluso resulta difícil mantener el nivel de un ser humano común y corriente y, más aún, el generar grandes personalidades que se eleven con espíritu de renovación y reforma y cuyos ojos estén fijos en el infinito. En tales condiciones sólo existen caracteres débiles que sufren deformaciones en sus personalidades y hombres de almas perezosas y sentidos paralizados.

En nuestro pasado reciente, puntos de vista distorsionados, desviados, y criterios poco sólidos y defectuosos, fueron infundidos en nuestras almas desde los hogares, las calles, las instituciones educativas y los círculos de arte en detrimento de todo, desde lo material a lo inmaterial, desde la física a la metafísica. Durante esos años, expresábamos nuestras obsesiones, mientras suponíamos que estábamos pensando; planeábamos todo egocéntricamente sin llegar a reconocer jamás que podría haber otras opiniones, creencias e ideas además de las nuestras; tan pronto como encontrábamos una oportunidad, hacíamos uso del poder y, mediante la fuerza bruta, aplicábamos medidas punitivas contra el derecho y el libre albedrío. Siempre estábamos persiguiendo y acosando a alguien. Es una pena que, aún hoy, nos resulte imposible decir que esas cosas ya no ocurren ni volverán a ocurrir.

Sin embargo, mientras nos vamos aproximando hacia la renovación, es imprescindible que revisemos la dinámica histórica del último milenio y que cuestionemos los cambios y transformaciones que han tenido lugar durante los últimos ciento cincuenta años de nuestro pasado. Es imperativo porque tanto los juicios como las decisiones se llevan a cabo hoy en día en base a determinados tabúes incuestionables. Ciertos puntos de vista que rigen estas decisiones las hacen defectuosas e inválidas, de manera que no pueden, en ningún caso, ser productivas ni preparar ese ansiado y brillante futuro. Si éste fuera preparado en el marco de las condiciones actuales, resultarían choques entre las masas en el contexto de una red mortal de ambiciones, fricciones entre los partidos políticos, luchas entre las naciones y altercados entre los poderes. Esta es la razón de por qué hoy las clases sociales chocan entre sí, de por qué las diferencias se convierten en conflictos, y esa es también la razón del terror, de la brutalidad y el sobrecogedor derramamiento de sangre que tienen lugar en el mundo. Si no hubiera sido por el egoísmo, la codicia, la ambición y la crueldad humana, probablemente el mundo habría sido muy diferente a como es actualmente.

Por eso, ya que estamos teniendo en cuenta la confluencia de mundos diferentes, nuestras propias actitudes respecto a los demás y a nosotros mismos y las ambiciones, habremos de ser más librepensadores y tener una voluntad más libre. Necesitamos esos vastos corazones que puedan abrazar el pensamiento libre e imparcial, que estén abiertos al conocimiento, a las ciencias y la investigación científica, y que puedan percibir la concordancia entre el Corán y la Sunnatullah, en el amplio espectro que va desde el universo a la vida. En el pasado, hubo individuos geniales que se comprometieron y llevaron a cabo esas tareas gigantescas. Hoy, sin embargo, sólo pueden ser cumplidas por una comunidad que asuma por sí misma la misión de aquellos genios. Como todo se ha vuelto tan detallado, especializado, especificado y enumerado, esas tareas adquieren hoy tal dimensión que, incluso individuos únicos y excepcionales no podrían lograrlo por sí solos. En nuestro tiempo, el papel del genio ha sido sustituido por la conciencia colectiva, mediante la consulta y la toma de decisiones comunitarias, y por la conciencia social, que es la síntesis del sexto atributo de los herederos.

Es sabido que, en el pasado reciente, la comunidad islámica no poseía este tipo de conocimiento. De hecho, no fue posible aplicar la conciencia colectiva, la toma de decisiones basada en la consulta comunitaria, en la mente y la conciencia colectiva, pues entonces tan sólo se deletreaban algunos dogmas particulares; los colegios sólo trataban algunos aspectos superficiales de la vida; las comunidades de derviches estaban absorbidas por completo en la metafísica; y los cuarteles hacían poses y rugían de «poder». Durante ese período las escuelas permanecieron bajo la influencia de una rígida escolástica y respiraba y exhalaba tan sólo su propio aire; los colegios estaban cerrados a la ciencia y al pensamiento, privados de su capacidad para desarrollarse, viviendo como si estuviesen paralizados; las comunidades de derviches se consolaban con anécdotas del pasado en lugar de cultivar su celo; los que representaban el poder sentían erróneamente que habían sido olvidados y sufrieron una acuciante necesidad de recordárselo a los demás y demostrar su poder. Entonces, todo se desbarató y el árbol de la nación fue sacudido y casi arrancado de la tierra. Por desgracia, es posible que sigamos experimentando sacudidas similares hasta el día en que los esperados afortunados empleen la dinámica correcta, en el momento correcto, en el lugar correcto, cuando eliminen las mordazas que atenazan la mente y el corazón, y establezcan vías de pensamiento e inspiración en la dimensión esotérica de la humanidad.

El séptimo atributo de los herederos es la reflexión matemática. En el pasado, la gente de Asia Central y, más tarde en Occidente, lograron su renacimiento mediante el conocimiento de las leyes del pensamiento matemático. El hombre ha descubierto y sacado a la luz muchas cosas inciertas y desconocidas en el misterioso mundo de los números. Sin llegar a los extremos de la Hurufis[1], lo que queremos decir es que sin la ayuda de la matemática no es posible entender las relaciones entre la humanidad y los fenómenos naturales. La matemática ilumina nuestros caminos, como una luz que se extiende desde el universo hasta la vida. Nos indica lo que existe más allá del horizonte humano, incluso en las profundidades del mundo de las contingencias, algo acerca de lo cual es muy difícil pensar; y hace que nos encontremos con nuestros ideales.

Por otra parte, ser matemático no significa saber todo lo relacionado con las matemáticas. Significa pensar matemáticamente, pensar dentro del ámbito de las leyes matemáticas, y ser consciente de que lo impregna todo, desde los pensamientos del hombre a las profundidades de la existencia, desde la física a la metafísica, desde la materia a la energía, desde el cuerpo hasta el alma, desde la ley hasta el sufismo. A fin de comprender integralmente la existencia, tenemos que aceptar un doble método basado en el pensamiento sufí y la investigación científica. Occidente básicamente carece de esencia, y ha tratado de compensar esta pérdida, en la medida de sus posibilidades, refugiándose en el misticismo. En nuestro mundo, que siempre ha vivido en intimidad con el alma del Islam, no hay necesidad de buscar algo extraño o exterior, ni buscar cualquier otro refugio. En nuestro sistema de pensamiento y creencia tenemos todas las referencias. Esto es suficiente, siempre y cuando asumamos esa fuente y ese espíritu con toda su riqueza original. Entonces contemplaremos algunas de las misteriosas relaciones de la existencia, qué armoniosamente acontecen, y cómo se llega a alcanzar un conocimiento diferente mediante la observación y el deleite en todo lo que existe.

Esto es sólo un breve resumen o introducción al pensamiento matemático. Aunque ahora pueda parecer algo vago, como un cúmulo de palabras innecesarias, creo que en el futuro tendrá una gran relevancia.

El octavo de los atributos es nuestra comprensión del arte. Sin embargo, debido a ciertas consideraciones actuales, digo: «En nuestra opinión, algunos círculos no están aún listos para emprender un viaje semejante, así que dejemos esta cuestión para algún otro momento en el futuro».

[1] Hurufis: La secta del pasado que sacó conclusiones de las letras, haciendo uso de la onomancia.

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