Una Evaluación General

Cerca de veinte expediciones precedieron a la Batalla de Badr. A través de estas actividades, el Mensajero se apoderó del control del desierto y socavó la moral de la población de La Meca. Además, muchas de las tribus del desierto empezaron a reconocer el poder del Islam y llegaron a un acuerdo con los musulmanes. Sólo una expedición tuvo como resultado que los musulmanes asesinaran o hirieran a los soldados enemigos. Para demostrar que el Islam garantizaba seguridad, no saquearon las caravanas ni usurparon las propiedades de los beduinos.

El Mensajero formó una red de inteligencia para informarse de todo lo que pasaba en el desierto y en La Meca. Este sistema era tan sofisticado que probablemente muchos de los Compañeros en Medina no sabían que su tío Abbas permaneció en La Meca como un agente de información, o por ejemplo cuando el Mensajero preparaba una campaña militar, nadie sabía su verdadera intención ni su destino.[310] Empleaba mensajeros para comunicarse con sus soldados que combatían en el frente y las noticias le llegaban a través de una serie de estaciones repetidoras de mensajes. Con este sistema, tenía informaciones actualizadas.

Sólo los Emigrantes participaron en estas expediciones. Antes que nada, los quraishíes estaban en guerra con los Emigrantes y no querían que éstos se refugiaran en Medina. Además, fueron los Emigrantes quienes habían sido forzados a dejar todas sus posesiones atrás. Ya que los Ayudantes habían jurado lealtad al Mensajero, se esperaba de ellos que se dieran cuenta de que también deberían luchar en el camino de Dios.

El genio militar del Mensajero se mostró en su selección de comandantes militares. Su tío Hamza condujo la primera expedición militar. Además de su coraje y fuerza, Hamza tenía buen criterio, excelentes opiniones, y una alta capacidad administrativa. Hasta que su comunidad adoptara sus ideas y opiniones, el Mensajero decidió ponerlas en práctica a través de sus parientes. Ya que la dimensión militar de su misión fue mostrada por primera vez en Medina, el Mensajero puso a sus propios parientes en primera línea de combate hasta que cada uno se acostumbrara a ello. Sin embargo, se debe destacar que estos comandantes eran generales competentes y eminentes que estaban altamente capacitados para este cargo. Además, ellos se habían entregado completamente al Islam.

Hamza fue martirizado en Uhud después de matar a más de veinte soldados enemigos. Ubayda ibn Hariz, el primo del Profeta, finalmente murió de las heridas que había recibido en Badr. Antes de morir, le preguntó al Mensajero: «Oh Mensajero, no morí luchando en el frente. ¿Soy considerado como mártir?».[311]

La expedición enviada a Najla fue comandada por Abdullah ibn Yash, el hijo de la tía paterna del Profeta. En la segunda etapa de la Batalla de Uhud, él combatió heroicamente. Una vez se encontró con Sad ibn Abi Waqqas y le dijo:

«Ven y reza, y yo diré amén por tu rezo. Después rezaré yo y tú dirás amén por el mío». Sad rezó: «Oh Dios, hazme enfrentar con los soldados enemigos más fuertes y permíteme vencerlos». Ibn Yash dijo amén y después rezó: «Oh Dios, hazme enfrentar con uno de los soldados enemigos más fuertes. Después de que yo lo hiera severamente, permítele que me mate, y me corte las orejas, la nariz y los labios para que entre en Tu Presencia sangrando profusamente. Entonces Tú me preguntarás: «Abdullah, ¿dónde están tus orejas, tu nariz y tus labios?». Y yo contestaré: «Oh Dios, me daba vergüenza entrar en Tu Presencia con las partes de mi cuerpo con las que había pecado, así que los sacrifiqué mientras luchaba en el camino de Tú Bienamado».

Cuando acabó la batalla, Abdullah fue encontrado tumbado en el suelo con sus orejas, nariz y labios cortados y su abdomen seccionado.[312]

Por último, enviando una serie de expediciones militares, el Mensajero estremeció a los quraishíes en una acción impremeditada. Con el pretexto de la captura de su caravana de comercio, mil soldados de La Meca salieron para Badr, aproximadamente a 145 kilómetros de Medina.

[310] Ibn Hisham, 4:39-42; Ibn Kazir, Al-Bidaya, 4:332-35.
[311] Hakim, «Mustadrak», 3:188; Ibn Kazir, 3:334.
[312] Ibn Hayar, Al-Isaba, 1:286-7.