Acabando con el racismo

El racismo es uno de los problemas más graves de nuestra época. Todo el mundo ha escuchado cómo los esclavos africanos fueron transportados a través del Océano Atlántico en barcos especialmente diseñados, siendo tratados como si fuesen ganado. Fueron esclavizados, forzados a cambiar sus nombres, religión y lenguas. Se les negó la posibilidad de esperar alguna vez la libertad verdadera, negándoseles todos los derechos humanos. La actitud de Occidente respecto a los no occidentales ha sido la misma hasta tiempos muy recientes. Como resultado, la condición social y política de los africanos, incluso en el caso de sus descendientes que viven en Occidente entre los americanos o europeos como ciudadanos teóricamente iguales, continúa siendo la de ciudadanos de segunda clase (incluso más inferior).

Cuando el Mensajero surgió como Profeta, dicho racismo era corriente en La Meca en forma de tribalismo. Los quraishíes se consideraban a sí mismos (en particular) y los árabes (en general) superiores al resto de la gente. El Mensajero vino con el Mensaje Divino y proclamó: «Ningún árabe es superior a un no árabe y nadie de la raza blanca es superior a alguien de la raza negra».[408] La superioridad depende de la rectitud y la devoción únicamente a Dios (49:13). Y dijo: «Incluso si fuese un musulmán abisinio de color el que gobernase a los musulmanes, éste debería ser obedecido».[409]

El Mensajero erradicó el racismo y la discriminación basada en la raza con tanto éxito que, por ejemplo, ‘Umar dijo una vez de Bilal, quien era de raza negra: «Bilal es nuestro amo y fue emancipado por nuestro amo Abu Bakr».[410] Zayd ibn Hariza, un esclavo de color liberado por el Mensajero, era el hijo adoptivo de éste antes de que la Revelación prohibiese dicha adopción. El Profeta le casó con Zaynab bint Yash, una de las más nobles musulmanas árabes. Además de eso, nombró a Zayd comandante del ejército que el Profeta envió contra el Imperio Bizantino, aun figurando en el mismo Compañeros tan destacados como Abu Bakr, ‘Umar, Yafar ibn Abu Talib (el primo del Mensajero) y Jalid ibn Walid (el comandante invencible de la época).[411]

Nombró al hijo de Zayd, Usama, para dirigir el ejército que formó justo antes de morir. Figurando en el mismo Compañeros tan destacados como Abu Bakr, ‘Umar, Jalid, Abu Ubayda, Talha y Zubayr. Esto estableció en los corazones y mentes de los musulmanes que la superioridad no era por la raza o la sangre, sino por la rectitud y la devoción a Dios.

Durante su califato, ‘Umar pagó a Usama un salario más elevado que el de su propio hijo, Abdullah. Cuando su hijo preguntó el porqué, ‘Umar respondió: «Lo hago porque sé que el Mensajero amaba a su padre más que a mí y porque amaba a Usama más que a ti».[412]

[408] Ibn Hanbal, 5:441.
[409] Muslim, «Imara», 37.
[410] Ibn Hayar, Al-Isaba, 1:165.
[411 Muslim, «Fada'il al-Sahaba», 63.
[412] Ibn Sad, «Tabaqat», 4:70; Ibn Hayar, 1:564.