Qast y ‘Azm (Decisión y Resolución)

Qast y ‘Azm (Decisión y Resolución)

Qast significa seguridad en uno mismo, determinación, elegir un objetivo e ir hacia él sin desviación alguna; y también pensar y razonar con mesura y premeditación, y vivir una vida moderada y equilibrada. Para los sufíes, este término representa la búsqueda, por parte del iniciado, del amor y la complacencia de Dios, el Auténtico Amado, y el intento de alcanzar ese objetivo:

El corazón es la morada de Dios; purifícalo de todo lo que no sea Él,
Para que el Rey pueda descender a Su palacio por las noches.

Los versos mencionados, obra de Ibrahim Haqqi de Erzurum, expresan la intención de obtener el amor y la complacencia de Dios y nos dicen cómo lograrlo. Describen de forma concisa la forma en la que la decisión se convierte en resolución, alcanzando su destino final. La única manera de obtener la tranquilidad y estar en paz, sin ir a los extremos y exponerse al dolor y los problemas espirituales, es buscar el amor y la complacencia de Dios y hacer que la vida personal gire en torno a este objetivo. Rumi dice:

El corazón que carece del Amigo y Lo busca, no puede estar a salvo del dolor y la tribulación. En lo que respecta a la cabeza en la que no hay amor por el Amigo, no intentes encontrar en ella valor ni significado alguno, pues no es más que piel y huesos.

Aquellos que han fijado en Él sus corazones y han decidido alcanzarle, jamás eluden ningún camino que les lleve hacia Él ni descuidan satisfacer las necesidades que exige recorrer ese camino. Y si apartan los ojos de Él para mirar a los demás, aunque solo sea por un instante, se lamentan toda la vida. ¡Qué desgraciado aquel que vive sin darse cuenta de que hay un camino que lleva hacia Él! ¡Qué pérdida más enorme, imposible de compensar, es caer y quedarse atascado en el camino después de haberlo iniciado!

La decisión (qast) aparece y luego se desarrolla, crece y se fortalece en el corazón, como si fuese un sentimiento, y luego se transforma en un impulso muy poderoso que dirige a la persona hacia su destino. En este contexto, la decisión demuestra ser una intención y es como una semilla que se siembra en la tierra del corazón. Si el que tiene esta intención o semilla en el corazón recibe la ayuda de Dios Todopoderoso, la semilla germinará y crecerá hasta llegar a ser un árbol completo y fructífero. Si se avanzan unos pasos en la decisión, se descubre la resolución, y el que entra en la atmósfera de la resolución comienza a nadar hacia su destino.

La resolución se puede definir como el empeño de hacer algo, ser perseverante en el objetivo y cumplir con todas las responsabilidades que se han asumido. La resolución, que es una dimensión de la voluntad aún más profunda que la decisión, es el primer paso hacia los «cielos» de la confianza y el sometimiento. El Corán describe este paso y el objetivo final que se quiere alcanzar: «y cuando te decidas (a hacer algo), encomiéndate a Dios» (3: 159). Si este primer paso se da confiando y sometiéndose a Dios, el camino será llano y fácil de recorrer, y se viajará como si se estuviese volando por los aires.

Con una profundidad específica, propia de cada una de ellas, la decisión y la resolución son dos dimensiones o funciones importantes de la fuerza de voluntad. El viajero que intenta recorrer un largo camino debe detenerse en la estación de la decisión y la resolución para recibir el visado o permiso, concedido por Dios, para seguir avanzando luego hacia estaciones más elevadas. Será entonces cuando comience de verdad el viaje. Aquel que se ha puesto las alas de la decisión y de la resolución se siente atraído hacia el objetivo y, sin avanzar ya llevado por su voluntad, es conducido hacia aquél. Un amigo de Dios dice: «El que tiene un deseo desbordante de encontrarse con Dios, por mucha que sea su incapacidad a la hora de satisfacer las exigencias del camino que conduce hacia su objetivo, verá que Dios viene hacia él». Y entonces Dios será los ojos con los que ve, los oídos con los que oye y la lengua con la que habla.

Para el viajero que vuela con las alas de la decisión y de la resolución, el encuentro con Dios significa que descubre la subsistencia en, o mediante, la aniquilación. Para aquellos con los que Dios ha decidido encontrarse, significa subsistencia en la subsistencia[1] y no sufren tribulaciones ni dolor alguno en el «círculo virtuoso»[2] donde van descubriendo un bien tras otro. En este círculo, el dolor se transforma en placer y el enfado o el castigo se manifiestan como favores. El que ha llegado a este punto dice siempre con deleite: «Todo lo que viene de Ti, ya sea favor o tribulación, es siempre bueno». Con la copa de la resignación en la mano, la persona bebe todo lo que procede de Dios, la Verdad Absoluta, como si fuese el agua del Paraíso.

¡Dios mío! Te pido perseverancia a la hora de cumplir con mis deberes, y Te pido determinación en lo correcto; y también Te pido gratitud por Tus dádivas y por adorarte de la mejor manera. Y concede paz y bendiciones a nuestro maestro Muhammad, y a su Familia y Compañeros, a todos y cada uno de ellos.

[1] Esta frase indica el concepto de subsistencia compuesta que se define como subsistencia más inamovible» y también como «estar bien versado o enraizado en la subsistencia».
[2] Esto es lo opuesto al «círculo vicioso» en el que se encuentra tanta gente en su vida cotidiana.