La Identidad, la Cuestión Kurda y Asia Central

Ha sido destacada en el pasado su condición de panturanista, neo-otomano, nacionalista, partidario del estatismo; sin embargo, hoy en día, algunos lo tildan de pro americano, agente de la CIA (Agencia Central de Información), espía del Vaticano... ¿Cómo le afecta todo esto?

Yo siempre he permanecido al lado de mi nación. De la misma manera que mi corazón posee una pureza cristalina, así es mi posición. Incluso si somos conscientes de nosotros mismos, tales imputaciones desagradables mancillan nuestro honor. Incluso si la persona fuera tan dura y adusta como el granito o la corteza terrestre, las vibraciones ocurrirían cuando los otros salten encima de ella. Trato de permanecer en calma y digo « ¡Oh el Más Paciente!» pero sigo siendo un hombre, por lo que no puedo decir que no me afecten dichas palabras.

Me tranquilizo a mi mismo ya que de acuerdo a mi creencia podría ser purificado bañándome bajo las fuentes producto de tales pensamientos injustos expresados acerca de mí. Examino el Corán, que nos recuerda las palabras ignorantes empleadas contra el Señor de todos los mundos, leyendo, «la Tierra y el Cielo son sacudidos y hechos pedazos después de sus palabras».

Entonces comienzo a pensar. Ellos llamaron poeta al Orgullo de la Humanidad —el Profeta Muhammad—, y por si esto no era suficiente, más tarde lo tildaron de adivino y le acusaron ya que, «Él copió la Torah y los Evangelios». Me digo a mi mismo, « ¡Cuanto fue dañada el alma de una persona tan honorable y distinguida por estas infundadas y feas palabras ». Y en este punto no hay nada más que hacer, sino tan solo preguntarme a mi mismo, « ¿Quién te que crees que eres que tanto exageras las palabras utilizadas contra ti?» Pero de todos modos, para ser honesto con usted, siento la necesidad de enlazar muchos rezos para huir de tales pensamientos y recobrarme.

¿Ha tenido usted tiempo de tranquilizar a la gente de su alrededor debido a los motivos anteriormente citados?

Entre aquellos que me tienen cariño están mis antiguos estudiantes y los que todavía siguen siéndolo, amigos distantes o cercanos y la gente con quien comparto la misma perspectiva de servidumbre hacia Dios. Conozco a algunos de ellos por su nombre, y quizás vi las caras de otros sólo una vez, pero  les recuerdo cuando los veo.

Si estos amigos no hubiesen creído en la lógica de los que sirven, hubiera resultado muy fácil dispersarlos. Por el contrario, se mantuvieron firmes durante las tormentas más devastadoras sin ninguna necesidad de ser tranquilizados por mí. Puedo incluso decir que algunos de ellos me reconfortaron y consolaron en ciertos momentos.

Nunca olvido la visita de un amigo muy apreciado que vino aquí durante aquel período tempestuoso —de la conspiración—. Él me dijo, «Caminaba por la Calle Bagdat (una calle muy popular para la alta sociedad de Estambul) y pasó una joven pareja oyendo en ese mismo momento a la muchacha que se quejaba y protestaba, diciéndole al muchacho, "Sabes, ellos dijeron tantas palabras repulsivas y desagradables acerca de este Hodja (maestro), al cual siempre lo relacionamos con la palabra 'diálogo' que no pudimos dormir en toda la noche"».  Mi amigo entonces  me dijo, «Puede dar por seguro que así es como la gente turca piensa acerca de usted». Mis amigos se mantuvieron tan firmes como el acero. Para la furia y la dureza de aquellos que me acusan es suficiente con el refrán, «este es el modo en el que interpretan (iytihad) y se equivocan en su juicio».

¿Y esto significa...?

Aquellos  que expresan opiniones negativas acerca de mí, manipulando el modo de pensar de la gente y que crean una opinión pública en mi contra no pueden ser todos unos hipócritas.

Creo que no habríamos sido clasificados como tales si hubieran interpretado nuestras acciones y nuestro comportamiento tomando en consideración los motivos que hay tras ellos. Las investigaciones que fueron dirigidas por otros ajenos a mi persona durante las tempestades más violentas—conspiración— demostraron que una inmensa mayoría aprobaba nuestras acciones.

Durante aquellos días, decir un «sí» a nuestras acciones fue un gran peligro. A pesar de los resultados de las investigaciones se desarrollaron inconvenientes reacciones y no se advirtió que, de hecho, a la opinión pública no se la tenía en cuenta. Todo es absolutamente obvio. Esta situación sería descrita de manera más apropiada como « ¿Aparte de la verdad, qué permanece, sino el error? » (Corán, 10:32). Pero incluso este versículo me parece demasiado profundo para utilizarlo en mi caso, por lo que prefiero decir, «Quizás hay algo que no sé pero ellos si, o quizás es debido a un acto nuestro que se ofrecía a malinterpretarse».  Por lo tanto se equivocan en su interpretación —iytihad—, y según fiqh (jurisprudencia islámica) equivocándose en la interpretación obtenemos una recompensa.

Leyla Zana y sus colaboradores publicaron un comunicado oficial en la prensa francesa en el cual se dice que ya que Turquía pasará a ser un verdadero país democrático que respeta la variedad cultural y el pluralismo político, por lo tanto se requiere que garantice a sus ciudadanos de origen kurdo los mismos derechos exigidos por los turcos en Chipre. El Primer Ministro dijo que este era un suicidio...

Las opiniones de los políticos pueden no ser siempre tan definitivas como la ley. Pero es imposible no estar de acuerdo con lo que el Sr. Tayyip Erdogan dijo. El segundo y el octavo presidente de Turquía, Inönü y Turgut Özal, respectivamente, procedían de Malatya (una ciudad en el sudeste de Turquía) y eran  kurdos. Hikmet Cetin (antiguo Ministro de Asuntos Exteriores) es también de Diyarbakir (otra ciudad del sudeste de Turquía). Muchos de nuestros ciudadanos del este y el sudeste de Turquía asumieron posiciones importantes en varias oficinas del gobierno; soldados, gobernadores, alcaldes... Hay numerosos ciudadanos de etnia kurda en el Ministerio de Justicia. ¿Ante esta realidad, qué penurias están siendo sufridas para que Zana y los demás propongan tales demandas? Las demandas que aparecían en la lista de aquel comunicado oficial eran irrespetuosas, en mi opinión. En el pasado, otro acto irrespetuoso fue cometido —por Zana y sus correligionarios— en el parlamento, que nunca deberían haber realizado. Por lo que sé, he oído y me ha contado la gente implicada en primera persona, el 90-95 % de los ciudadanos en el sudeste de Turquía no apoya tales demandas. Ellos están más quizás preocupados por los autores de provocación, empujando a la juventud a las calles para que lancen piedras y  quemen coches, y aquellos que prorrumpen con expresiones bruscas —Zana y los otros—. Estimo que el número de toda aquella gente que instiga la revuelta en el sudeste no ha sido nunca  superior a 500 pero debido a que atacan mediante tácticas de guerrilla, no es fácil para ejércitos organizados luchar contra ellos. Para mí, estas acciones que conducen a la agitación no tienen ni un ápice de coraje  o valentía. Nunca he entendido el acoso de la opinión pública con actitudes ordinarias por parte de algunas personas que son educadas y han alcanzado cierta categoría, quiénes fueron elegidos como representantes por el pueblo en el pasado.

El gobierno tomó una decisión digna de elogio poniéndolos en libertad. Yo esperaría que ellos devolvieran este favor diciendo, «Nos confundimos con nuestra nación en el pasado, nuestra  juventud nos llevo a realizar tales actos»; deberían haber tomado un camino que conduce a la unidad y la integridad. Pero esto no sucedió así. Y ellos deben disculparse con un «Lo sentimos» a la opinión pública.

En los años 80 usted llamó a la gente para que se movilizase a favor de Asia central. Usted incluso se desmayó en el púlpito en aquel tiempo. Miles de personas han marchado allí, han abierto escuelas, establecido relaciones comerciales, y se han establecido allí para vivir. Los estudiantes han comenzado a terminar la carrera. Pero usted ha ido nunca allí...

Aunque fue contrario a mi racionalidad, fue muy importante para mis sentimientos ver las bendiciones de Dios concedidas a los esfuerzos de mis amigos y compartir el entusiasmo con ellos. Ya que Asia estaba siempre en mis rezos desde mi infancia, el abrazo a nuestros hermanos de raza y religión se asemeja a una festividad para mí.

Entonces el día llegó, cuando animé desde el púlpito a que los hombres de negocios, comerciantes y hombres de  industria fueran allí. De vez en cuando, yo había pensado en ir y compartir el entusiasmo con aquellos que habían oído nuestra llamada y se encontraban en esa región. Lo cierto es que, la tradición Sufi nos enseña a no participar de los placeres mundanos. Según mi propia filosofía, no deberíamos disfrutar de ningún placer que provenga de la devoción y el conocimiento de Dios (marifa). Deberíamos amar a Dios en grado sumo. Pero cuándo esto surja de la búsqueda del placer en Él, entonces yo diría, «¡No! Dios es más que suficiente para nosotros. No es apropiado tener otras expectativas».

Como hombre, quise tantas veces ver en persona a aquella gente que organiza actividades educativas y que incluso en ocasiones trabaja en la construcción de la escuela o ejerce una positiva influencia en nombre de Turquía poniéndose en contacto con funcionarios o diplomáticos del país en el que se encuentran, y  que realiza todo esto en su mayor parte a cambio de nada o de una pequeña beca. Dios no me concedió este placer debido a varios motivos.

¿Le ha impedido su lógica ir allí?

Dos cuestiones importantes han de ser mencionadas aquí, hablando lógicamente. Primero, la parte que me toca en estas actividades que pertenecen a una nación entera es ínfima. Si fuera a allí a pesar de esta realidad, pensaría que se podría haber percibido como una apropiación de aquello que todos mis amigos han llevado a cabo y como si mis ideas estuvieran tras todo esto.

Además, algunas personas se inclinan a atribuir los logros a aquellos que parecen estar al frente. Esta inclinación puede alcanzar un nivel de shirk (asociarle a Dios compañeros). Colocarme al frente de todas estas actividades sería una tiranía tremenda o una injusticia (zulum). La tiranía es un obstáculo para la creencia y un equivalente de shirk. Al pedirle a Dios para que Sus bendiciones sean concedidas en el Más Allá, —pensé— era mejor que no fuera. En segundo lugar, yo temía que algunas personas pudieran haber acosado a nuestros amigos allí, diciendo, « esta gente se encuentra detrás de estas actividades, tienen objetivos diferentes aunque no los revelen». Sepulté mis deseos en mi corazón para no echar por tierra los servicios de nuestros amigos.

¿Se abstiene usted de aparecer en público?

No soy un hombre de gran modestia. Pero, me siento tímido hasta entre la gente que conozco. Esta era la razón por la qué me retiré de la hornacina de la ventana de la mezquita en Edirne. Es algo que tiene que ver con mi naturaleza; me siento avergonzado si la gente me mira con agradecimiento o con una mirada crítica .Si yo hubiera marchado a los países de influencia turca la gente me habría abrazado como si yo fuera el diseñador de todo aquello. Percibo esta tipo de cosas como poco naturales. Unos pueden pensar que esto es algún tipo de complejo. No proclamo ser una persona libre de todo sentimiento de complejo. Independientemente de cómo usted lo llame poseo esta timidez en mi naturaleza. Además, no hay ninguna necesidad de que yo vaya allí —Asia Central—.