El Islam se dirige a todas las facultades humanas

Como queda explícito en el versículo arriba mencionado, el método de educación del Profeta no sólo purifica nuestro yo carnal que ordena lo maligno sino que es universal en su naturaleza y alza los corazones, los espíritus, las mentes y las almas humanas hasta su nivel ideal. Respetó a la razón y la inspiró; de hecho, la dirigió al rango más elevado bajo el intelecto de la Revelación.

Las verdades universales del Corán también exponen esa realidad. Además, el Mensaje toca todos los sentidos internos y externos, les hace a sus seguidores elevarse sobre alas de amor y compasión, y los lleva a sitios más allá de su imaginación. Su llamada universal abarca, además de las reglas de buena conducta y espiritualidad, todos los principios de la economía, las finanzas, la administración, la educación, la justicia y las leyes internacionales. Él abrió las puertas de las instituciones económicas, sociales, administrativas, militares, políticas y científicas a sus discípulos cuyas mentes y espíritus desarrolló para que se hicieran perfectos administradores, los mejores economistas, los políticos más correctos y victoriosos militares sin par.

Si hubiera existido alguna carencia en su enseñanza de la humanidad, el objetivo de su Misión Profética no se podría haber realizado del todo. Él dijo:

«Cada Profeta antes de mí construyó alguna parte de esta construcción maravillosa, pero había un hueco que necesitaba ser cerrado. Cada persona que pasa por ahí dice: “Tengo curiosidad por saber cuándo se acabará este edificio”. El que lo va a terminar soy yo. Después de mí, ya no habrá defecto alguno en esta construcción».[270]

El Corán afirma lo siguiente: Este día de hoy os he completado vuestra religión (5:3). En resumen, el Profeta reformó, completó y perfeccionó los modos de vida que se habían vuelto deficientes o se habían apartado de la Voluntad de Dios.

Todos los Profetas anteriores fueron enviados a cierto número de personas y por un tiempo determinado. Sin embargo, como Dios eligió al profeta Muhammad y al Islam para todos los tiempos y gentes, Islam es la perfección de Su favor universal sobre Su creación. Él creó el Islam de manera que complaciera a todo el mundo. Por eso, en vez de intentar encontrar un error en el Mensaje o en los principios transmitidos por el Mensajero, la gente debe buscar en esas verdades y principios para diseñar sus vidas.

El Profeta era un hombre que convirtió a iletradas y salvajes personas en un ejército de bendecidos santos, ilustres educadores, invencibles comandantes, eminentes hombres de estado y loables luchadores de la más magnífica civilización de la historia.

La perfección de un educador depende de la grandeza de su ideal y de las dimensiones cuantitativas y cualitativas de sus oyentes estudiantes. Incluso antes de la muerte del Profeta los instructores y los guías espirituales que había enviado, viajaban de Egipto a Irán y de Yemen al Cáucaso para divulgar lo que habían aprendido de él. En los siglos siguientes, personas de diferentes tradiciones, convenciones y culturas (como los persas y los turanios, los chinos y los indios, los romanos, los abisinios y algunos otros europeos) abrazaron el Islam. La grandeza del educador también depende del mantenimiento de sus principios. Nadie puede negar que gente de todas partes del mundo acepta el Islam y adopta sus principios. Con la Voluntad y el Poder de Dios, la mayoría de la humanidad abrazará el Islam pronto.

Recuérdese que el Mensajero apareció entre personas salvajes y primitivas. Ellos tomaban alcohol, jugaban a juegos de azar y se entregaban al adulterio sin vergüenza alguna. La prostitución era legal y los burdeles estaban señalados con una bandera especial. La indecencia había llegado a tal extremo que un hombre sentiría vergüenza de denominarse ser humano. La gente se peleaba constantemente entre sí y hasta entonces nadie había logrado unificarlos en una nación fuerte. Todo lo malo se podía encontrar en Arabia. Sin embargo, el Profeta erradicó esas maldades y las sustituyó por unos valores y virtudes profundamente arraigados gracias a los cuales su gente se convirtió en líderes y maestros del mundo civilizado.

Incluso hoy no podemos alcanzar su nivel. Esto ha sido reconocido por intelectuales occidentales tales como Isaac Taylor,[271] Robert Briffault, John Davenport, M. Pickhtal, P. Bayle y Lamartine.[272]

Dios crea cosas vivas de entidades inanimadas. Le da vida a la tierra y a la roca. El Profeta transformó «rocas, tierra, carbón y cobre» en «oro y diamantes». Tan sólo considerad los casos de Abu Bakr, ‘Umar, ‘Uzman, ‘Ali, Jalid, ‘Uqba ibn Nafi, Tariq ibn Ziyad, Abu Hanifa, Imam Shafii, Bayazid al-Bistami, Muhyiddin ibn Arabi, Biruni, Zahrawi y cientos de miles más que fueron educados en su escuela. El Mensajero nunca permitió que las facultades humanas quedaran sin desarrollar. Él las desarrolló y sustituyó la debilidad por una competencia maravillosa. Como un gran pensador recordó:

‘Umar tenía el potencial de ser un gran hombre incluso antes de abrazar el Islam. Después de su conversión, se hizo un hombre poderoso y a la vez muy delicado que ni siquiera pisaba a una hormiga ni mataba a un saltamontes.

Nosotros no podemos erradicar una costumbre tan arraigada como fumar a pesar de todas nuestras facilidades modernas y los casi diarios congresos y conferencias llevadas a cabo para combatirla. La ciencia médica dice que fumar causa cáncer de laringe, boca, esófago, tráquea y pulmones; a pesar de ello la gente insiste en fumar. Sin embargo, el Mensajero erradicó innumerables malas costumbres arraigadas y las sustituyó por unas virtudes y hábitos loables. Las personas que los veían solían decir: «Señor mío, sus seguidores son superiores incluso a los ángeles». Cuando estas personas pasen por el Puente situado encima del Infierno difuminando su luz por todas partes, hasta los mismos ángeles se preguntarán sobrecogidos: «¿Son Profetas o ángeles?». En realidad, no son ni lo uno ni lo otro sino gente educada de la nación del Profeta.

El profeta Muhammad adoptaba una perspectiva holística sobre cada individuo. Tomaba todas sus capacidades mentales y espirituales y las perfeccionaba convirtiendo a su propia gente desdichada en un dechado de virtudes. Su sabiduría en la valoración de tales potenciales es otra prueba de su Misión Profética.

[270] Bujari, «Manaqib», 18; Muslim, «Fada’il», 20-23.
[271] Isaac Taylor, quien realizó un discurso en el Congreso de la Iglesia Anglicana, relata cómo el Islam cambia a las personas que lo aceptan:  «Las virtudes que el Islam inculca son la abstinencia de bebidas alcohólicas, la limpieza, la castidad, la justicia, la fortaleza, el coraje, la benevolencia, la hospitalidad, la veracidad y la resignación... El Islam predica una hermandad práctica, la igualdad social de todos los musulmanes. La esclavitud no es una parte del credo islámico. La poligamia es un asunto más complicado. Moisés no lo prohibió, fue practicado por David y no es algo directamente prohibido en el Nuevo Testamento. Muhammad limitó la práctica libre de la poligamia. Es una excepción más que una regla...» (Abul-Fazl Ezzati, An Introduction to the History of the Spread of Islam («Introducción a la Historia de la divulgación del Islam»), Londres.
[272] Sólo para dar un ejemplo, Lamartine pregunta:  «Filósofo, orador, apóstol, legislador, guerrero, conquistador de ideas, restaurador de dogmas racionales, de un culto sin imágenes; fundador de veinte estados terrestres y un estado espiritual, ese es Muhammad. Respecto a los criterios por los cuales la grandeza humana puede ser medida, podemos preguntarnos: ¿Existe algún hombre más grande que él?» (Historie de la Turquie, 2:276-77)

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