¿Por qué algunas voces en Turquía se oponen a las actividades de diálogo interreligioso de Gülen?
En general, en democracia la gente es animada a participar a fin de que adquiera su propia voz. Sin embargo, a pesar del hecho de que Turquía es un país democrático, cuando alguien distinto de los actores establecidos dentro del sistema político llega a conseguir algo, la tendencia más habitual en los grupos proteccionistas es a pedirle que se calle y se retire, y a aislarle. Como alternativa, pueden intentar atraer a ese actor a su redil, en lugar de establecer comunicación, aceptarle y relacionarse con él. Exigen a la gente que ocupe el lugar que la ideología dominante les tiene asignado y que acepten los códigos de valores proteccionistas dominantes. Así, cuando Fethullah Gülen se ha reunido con presidentes, primeros ministros, ministros u otras autoridades y funcionarios, locales o extranjeros, la reacción de los grupos de interés ha sido ruidosa y contenciosa. Para ellos, el papel de Fethullah Gülen es el de ser un «simple predicador» que debe dirigir las oraciones, pero nada más. No quieren entender por qué tiene que ocuparse de cuestiones culturales y sociales, ni por qué ha sido aceptado como interlocutor por líderes mundiales, como el difunto Papa Juan Pablo II, y por qué otros siguen queriendo dialogar con él.
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