¿Por qué algunos críticos del Movimiento en Turquía sostienen que es una secta?
Al tiempo de escribir esto, Turquía es un estado laico en el que la libertad de conciencia y asociación se conciben de tal forma que las comunidades y órdenes religiosas, al no estar reguladas por el estado, no existen oficialmente. Al instaurarse la República Turca se impusieron algunas nuevas restricciones a las órdenes religiosas o tariqas, a las comunidades religiosas —musulmana, cristiana y judía—, y a la práctica de la religión por parte de la población. No obstante, las comunidades y órdenes religiosas no sólo sobrevivieron sino que han resurgido con fuerza y han adquirido relevancia en Turquía. La institucionalización y organización modernas en Turquía siguen atrasadas, mientras que la hermandad religiosa y la solidaridad, formas básicas de organización social, se mantienen. De hecho, estas formas básicas de organización, estas iniciativas inspiradas en la fe, cívicas y de abajo-arriba, constituyen el capital y recurso social necesario para la modernización del país. Sin embargo, su éxito es observado con recelo por la elite proteccionista que lo describe como una amenaza potencial o real a las bases del estado.
El compromiso de la Constitución Turca con el laicismo significa que la gente puede ser procesada —como lo han sido muchas personas— por su afiliación y apoyo a las órdenes y sectas religiosas. Al no existir un estatuto ético aceptado por todos los actores del ámbito político turco, el vacío moral resultante supone que gran parte de ese ámbito político se ha vuelto «un espacio para las tretas sucias y la duplicidad [y]… una fuente de la corrupción»[1]. La política en Turquía se basa, desgraciadamente a menudo, en lo que se denomina eufemísticamente «relaciones de protección», en nombre de las cuales los conceptos tanto de religión como de democracia laica se utilizan erróneamente. Así, en Turquía, los críticos laicistas usan indiscriminadamente el término «secta» para difamar a los grupos religiosos o comunidades.
En este contexto socio-político, la acusación de que Hizmet, aún siendo apolítico, es una secta, y es por tanto subversivo, es uno de los trucos que se usan para deslegitimar al movimiento y también a los servicios que ofrecen sus participantes. Sin embargo, aunque ha habido numerosas acusaciones de este tipo, no se han presentado pruebas conforme a la ley turca de asociación o acción ilegal ni de conspiración por parte del Movimiento. Algunos fiscales motivados ideológicamente y los grupos proteccionistas que los respaldan han interpuesto demandas contra Fethullah Gülen y los participantes del Movimiento, pero nunca han conseguido una sentencia en contra de ninguna persona perteneciente al Movimiento.
Tras numerosas investigaciones, las autoridades han dictaminado que en los trabajos de Gülen no hay ningún indicio de apoyo a los intereses de ninguna secta religiosa, de querer fundar una comunidad religiosa, ni de usar la religión para fines políticos o personales, ni de violación alguna del orden público o de los principios básicos de gobernabilidad. Las obras de Fethullah Gülen consisten en comentarios del Corán y del Hadiz, en consejos religiosos y morales, y en escritos que estimulan las virtudes de la buena y ordenada ciudadanía.
[1] M.H.Yavuz y Esposito, J.L. eds. Turkish Islam and the Secular State: The Gülen Movement. Syracuse, Syracuse University Press, 2003, xxii.
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