¿Ven los participantes a Fethullah Gülen como una especie de líder «carismático»?
La carismatización es un proceso que se produce dentro de las sectas. Es un proceso que convierte al líder del grupo en un ser especial, incluso sobrehumano, a ojos de los miembros de la secta; esto incluye la creación de mitos sobre la infancia del líder, lugares sacralizados, objetos sagrados que él ha usado y tocado, etc. Así se va construyendo la imagen de un ser sobrehumano que se presta a descender al nivel de la gente común. La carismatización del líder por parte de sus seguidores hace que aquel no tenga que dar cuentas, que sea impredecible y arbitrario en el ejercicio de la autoridad, y que tienda a abusar de su poder. Al detentar ese poder y no estar limitado por reglas ni por la tradición, el líder puede dictar e interferir en lo que hacen sus seguidores en todos los aspectos de sus vidas —con quién se casan, si tienen hijos o no, qué trabajo habrán de desempeñar, dónde han de vivir, y quizás hasta si deben vivir— hasta llegar a los detalles más triviales de sus vidas. Esta autoridad abarca todas las cosas, y el líder puede cambiar sus decisiones y órdenes a su antojo y en cualquier momento.
En claro contraste con esta carismatización, los participantes del Movimiento no conceden tal autoridad ilimitada y arbitraria a Fethullah Gülen. Aunque todo aquel que conoce y entra en contacto con Fethullah Gülen reconoce y respeta su conocimiento, austeridad, piedad, pericia y erudición en asuntos religiosos, espirituales e intelectuales, esto no les lleva a un reconocimiento sacralizado o carismático de Gülen. La descripción común de Fethullah Gülen como líder del Movimiento —algo que él nunca ha aceptado ni aprobado— no ha provocado la aparición de una personalidad o personalidades autoritarias. El Movimiento ha mantenido su compromiso con el debate, la consulta y el consenso colectivos, lo cual evita la aparición o la caída en una mentalidad gregaria o «pensamiento grupal».
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