¿Por qué ya no son castigadas naciones enteras?

Tanto la Biblia como el Corán relatan cómo Allah destruyó a la gente del Profeta Lot y del Profeta Noé. La gente de Noé rechazó abandonar la idolatría y las malas costumbres y abrazar el Islam, aunque él los estuvo llamando durante siglos, y entonces Allah los destruyó con un gran diluvio. La gente de Lot tampoco hizo caso de sus advertencias de abandonar sus costumbres lujuriosas y pervertidas, y entonces Allah los destruyó con fuego y azufre.

Para responder a esta pregunta, tenemos que volver atrás en la Historia. Empezando con Adán, el primer hombre, Allah ha enviado a Profetas para invitar a Sus siervos al camino recto y la felicidad eterna. Todos los Mensajeros fueron responsables sólo de su propio pueblo. Sin embargo el Profeta Muhammad –la Paz sea con él-, el último Profeta, fue enviado para toda la humanidad así como para la creación. Su gente, definida como todos los musulmanes independientemente de cuándo y cómo abrazaran el Islam, es conocida como su comunidad (Umma).

Hoy, muchos musulmanes y no musulmanes cometen los mismos errores que eran reprobables durante tiempos pasados. Sin embargo, gracias a que el Profeta Muhammad –la Paz sea con él- fue enviado a toda la humanidad, estamos protegidos de la aniquilación total o de un castigo similar infligido sobre pueblos pasados: Pero Allah no les enviará un castigo mientras tú estás entre ellos. Tampoco Él va a enviarlo mientras ellos continúen pidiendo el perdón. (8:33).

Otro versículo coránico nos ilustra sobre la generalidad y la amplitud de su misión, así como sobre la grandeza y la importancia de su personalidad. En el Corán, Jesús es presentado suplicando de parte de su gente: Si los castigas, son Tus siervos; si los perdonas, Eres el Todopoderoso, el Sabio (5:118). De otra parte, el Todopoderoso dijo al Profeta Muhammad: "Yo no enviaré un castigo mientras tú estés entre ellos y mientras ellos pidan Mi perdón."

Así la Comunidad del Profeta tiene dos defensas importantes contra la Ira Divina: durante la vida del Profeta, su presencia física, y a la muerte del mismo, su herencia espiritual así como la existencia de los creyentes sinceros que piden Su perdón.[1]

Muchos hadices registran las súplicas frecuentes del Profeta por la salvación de su comunidad.[2] Una de estas súplicas fue hecha en Arafah y Muzdalifa durante su Peregrinación de Despedida. Allí pidió a Allah, entre otras cosas, que no castigara a su comunidad. Algunas de sus súplicas fueron aceptadas y otras no. Sus Compañeros relataron así sus palabras:

Pedí a Allah que no enviara Su castigo sobre mi comunidad. Él aceptó mi súplica y contestó: "Yo no enviaré un castigo sobre ellos, pero ellos mismos se destruirán entre sí. Si se desvían, les dejaré enfrentarse y luchar." Entonces pedí a Allah otra vez eliminar tales cosas de mi comunidad, pero Él no me lo concedió.

Para concluir, pueblos enteros no serán destruidos mientras haya creyentes sinceros entre las multitudes de gente desviada, los cuales sigan adorando y sirviendo a Allah, predicando Su Nombre y Su Palabra, pidiendo Su perdón y esforzándose por reformarse y reformar a los demás.



[1] Ibn Hanbal, Musnad, 2:159.
[2] Muslim, Hayy, 147; Al-Bidaya wa l-Nihaya, 5:159.
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