Puesto que Dios ya le concede Sus bendiciones y paz al Profeta Muhammad, ¿cuál es la sabiduría implícita en nuestra invocación de las bendiciones y la paz de Dios sobre él? ¿Necesita él acaso nuestras invocaciones?
El Profeta Muhammad es como el centro de todas las buenas acciones, beatitudes y bendiciones divinas. Él es la guía indefectible e infalible, un ejemplo para ser adoptado como modelo por todos, y quien conduce hacia el Camino Recto, el que establece los mejores métodos para servirle a Dios y a los seres humanos, y de esta manera conduce a las personas a vivir humanamente.
Él es el medio, designado por Dios, para sacar a la gente de la oscuridad a la luz. Por consiguiente, se le va a dar igual recompensa a la obtenida por las buenas acciones de su comunidad. De acuerdo con el principio «el que causa es como el hacedor»[42], la misma cantidad de gratificaciones por las acciones buenas y honradas realizadas por parte de su comunidad seguirá siendo escrita en su libro de recompensa hasta el Día del Juicio Final.
Al Profeta le es asignada Maqam al-Mahmud, la posición elogiada o el rango asignado a él como intercesor en el Día del Juicio Final. Su libro de recompensa no se ha cerrado desde su fallecimiento; al contrario, la abundancia de las buenas acciones y hechos piadosos serán añadidos a éste, alcanzará los rangos más elevados, el alcance de su intercesión se ampliará aún más,[43] y así, con la voluntad de Dios, tendrá derecho a interceder por numerosas personas de su comunidad. Por eso, analizaremos esta pregunta desde dos ángulos diferentes:
Primero, pronunciando la fórmula que exige las bendiciones de Dios sobre el Profeta, renovamos nuestro juramento al Profeta y el deseo de pertenecer a su comunidad. Es decir decimos: «Nos acordamos de ti y te consideramos nuestro Profeta y rezamos a Dios para que te aumente la categoría y el grado». Como nuestro rezo es realizado con la intención de que Dios acreciente el rango de estima del dueño del Maqam al-Mahmud, su esfera de intercesión se ampliará y de esta manera mucha más gente será capaz de beneficiarse de su intercesión en el Día del Juicio Final.
En segundo lugar, el hecho de rezar a Dios pidiéndole que incremente el rango del Profeta en realidad es una medida tomada para entrar bajo la protección de él y así la esperanza de intercesión de la persona se amplia. Por eso somos nosotros, en mayor medida que el Profeta, los que necesitamos la invocación de las bendiciones de Dios y la paz sobre él. Haciéndolo reconocemos la Misión Profética del Profeta, su grandeza y autoridad, y al mismo tiempo, reconocemos nuestra pequeñez y necesidad de pertenecer a su comunidad. Como una persona puede considerar el estado en el cual puede refugiarse en caso de necesidad o peligro, del mismo modo nos refugiamos en el Profeta en la necesidad, debido a nuestra incompetencia, pobreza, y la ansiedad de un Día terrible por el cual tenemos miedo desde ahora —el Día de Juicio Final— y buscamos dicho refugio en el Profeta informándole de nuestra presente situación a través de nuestras invocaciones.
¡Que Dios nos honre con la intercesión de Su Profeta, el que tiene más derecho que nadie a la intercesión con el permiso de Dios durante el Día de Juicio Final!
Reflexionar también sobre las buenas nuevas que Dios le cede a cada Profeta para que las transmita a su gente. Cuando se les concedió a los otros Profetas el derecho de pedir en nombre de sus pueblos, todos pidieron algo para este mundo. Pero nuestro Profeta dijo: «Aplazaré lo que voy a darles para el Más Allá, y esta es mi intercesión».[44]
[42] Muslim, Imara, 133; Tirmidi, Ilm, 14; Abu Dawud, Adab, 115.
[43] Bujari, Adzan, 8; Abu Dawud, Salat, 38.
[44] Bujari, Tafsir al-Sura, (17) 5, Tayammum, 1; Muslim, Iman, 326-327, Masayid, 3
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