Aquello que usted ha experimentado en su vida muestra sus esfuerzos para hacer de Dios el centro de la vida humana. ¿A lo largo de su vida, cómo ha formado y mejorado su creencia?
El largo viaje de la Humanidad, cuyas partes poseen de manera separada una trascendencia especial, comienza en el mundo de los espíritus y pasa por el mundo intermedio, por este mundo y a continuación alcanza el Más Allá, extendiéndose hasta la eternidad. Nos hace participes del conocimiento sobrehumano, un conocimiento que está más allá de tiempo y el lugar, para que los seres humanos continúen este viaje con confianza y seguridad, sin que sean desconcertados, estremecidos, infundidos en el pánico y preocupados. Sin embargo, ni siquiera en este mundo donde la gente pretende saberlo bien todo, no son conscientes de lo que van a encontrar dos pasos delante; son totalmente impotentes. Es imposible para un ser así completar este viaje el cual requiere un programa y un plan para alcanzar un punto ideal al final.
La verdad es que el viaje es sumamente largo, las estaciones son muchas y hay colinas insuperables y ríos que se desbordan esperándonos sobre nuestro camino. No hay ninguna necesidad de explicar la urgencia y la necesidad a los hábiles guías que saben los caminos y las exigencias de este viaje, cosas que son necesarias para alcanzar el destino final. Todos los Profetas a lo largo de la historia tenían tal misión de orientación. Ellos han iluminado la senda sobre la cual caminaba la humanidad; han levantado el velo de los ojos de aquellos que estaban en el camino y han iluminado los horizontes de sus seguidores en nombre de Dios, el universo, y la realidad de las cosas; ellos han salvado a la gente de los problemas y la oscuridad causada por la soledad y la ansiedad traída por la incertidumbre de lo que los espera.
Los profetas han alcanzado este nivel de conocimiento y sabiduría debido a su intelecto, sus sentidos, conocimiento y percepción que todos están más allá de nuestro entendimiento, así como la riqueza de sus corazones y su relación especial con Dios. Habiendo alcanzado este punto, han visto que toda existencia yace en aferrarse a un poder absoluto y aplastante. Han contemplado la unicidad y la omnipresencia de un conocimiento y voluntad supremos; y han observado y han interpretado a los testigos, las indicaciones y los signos que proclaman al uno y sólo Dios ante cada acontecimiento. Y después nos dijeron que deberíamos interpretar cada suceso como un heraldo de la unidad divina que señala a Dios y nos enseñaron la necesidad de dirigirnos continuamente hacia Él con el sentimiento de: « ¡Oh Señor! Sostenme dentro de Tu asimiento, ya que no puedo hacer sin Ti».
La casa en la cual crecí tenía una atmósfera religiosa muy animada. A pesar de haber crecido en un pequeño pueblo durante los tiempos de hambruna y sequía tanto material como espiritual de Turquía, Ramiz Efendi, era un noble con educación, como si hubiera sido educado en la Academia Enderun del palacio Otomano. Él tenía sed de conocimiento y nunca malgastaba su tiempo. Además, era ingenioso, una indicación de su inteligencia; y era una persona generosa, dedicada a su religión. En cuanto a mi madre, Refia Hanım; ella era un modelo de afecto y profundidad interior, quién enseñó a todos los niños del pueblo leer el Corán. A los cuatro años, aprendí a leer el Corán de mi madre y lo leí en sólo un mes. Mis abuelos también eran gente devotos. Además, nuestra casa era como una casa de huéspedes donde nos frecuentaban todas las figuras conocidas en el campo de conocimiento y espiritualidad. Por lo tanto, conseguí disfrutar pasando el tiempo con adultos más que mis coetáneos, encontrándome en una cadena de conocimiento y espiritualidad, casi a partir del primer momento de mi nacimiento. En resumen aquella atmósfera espiritual era donde fui nutrido con las primeras inspiraciones para aumentar mi potencial subconsciente, y donde di los primeros pasos que formaron mi alma. Mi educación y los libros que más tarde leí me podrían haber ayudado a germinar las semillas de conocimiento y aprendizaje que fueron plantados en mi mente en aquel tiempo, junto con mi potencial subconsciente. Sin embargo, no pienso que tal germinación haya ocurrido.
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