La humildad
Las personas humildes y modestas son muy estimadas tanto por los creados como por el Creador. La gente soberbia y vanidosa, que desprecia a los demás y es arrogante, siempre es repudiada por sus semejantes y castigada por el Creador.
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Ser presumido demuestra una falta de sensibilidad y madurez. Los que son reflexivos y espiritualmente maduros tienen bastante sentido común para atribuirLe cualquier don que tienen al Creador, el Altísimo y se dedican a Él con humilde gratitud.
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La humildad hace que la gente se complazca con los juicios de Allah y que sean firmes cuando llegan reprensiones e insultos de los otros. Los que saben su lugar y no se creen más de lo que son quedan automáticamente protegidos contra el desprecio de los otros.
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La humildad es una señal de virtud y madurez, mientras que la altanería y la vanidad conducen a una pobreza de espíritu y a la imperfección. Los seres humanos más perfectos son aquellos que están cómodos y se sienten a gusto en la compañía de otros. Por contraste, los que son demasiado orgullosos para estar junto a los demás y formar amistades cordiales con ellos son los seres humanos más imperfectos y lo único que consiguen es ganar mala fama.
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Los que no buscan o pretenden gran prestigio en su comunidad tarde o temprano logran altos rangos y se cubren de honores. A los que tienen complejo de superioridad les rechaza su comunidad y al final se convierten en unos extranjeros en ellas.
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La humildad es una muestra de que somos en realidad seres humanos. Una señal de la humildad es que uno no cambie después de obtener una alta posición o riquezas, o lo que sea que se valore públicamente. Si alguna de estas circunstancias hace que la persona altere sus ideas, sus actitudes o su comportamiento, no se le puede considerar como alguien que ha alcanzado la humanidad o la humildad verdadera.
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La humildad es como una llave para todas otras virtudes. El que es humilde puede tener todas las otras virtudes, mientras que el que carece de humildad queda privado de otras virtudes también. Después de su error, el Profeta Adán recuperó por medio de la humildad todas sus previas conexiones con los mundos superiores. En cambio, Satanás, pasando por las mismas pruebas que Adán, cayó víctima irreversible de su propia vanidad y altanería.
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La gente humilde logra altos niveles –espirituales- en las instituciones de preparación espiritual. Se benefician plenamente de una buena educación, religiosa o científica y acaban siendo útiles a sus comunidades. Aquellos a quienes su vanagloria y orgullo no les dejan beneficiarse de la disciplina de estas instituciones, o ser enseñados por otros, se han perdido en el camino.
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Puesto que la grandiosidad y el orgullo son algunos de los atributos exclusivos del Ser Divino, los que actúan arrogantemente y traspasan los límites de la modestia son retenidos y castigados por Él. A los que conocen sus verdaderas posiciones y actúan con humildad y modestia se les honra con Su Presencia.
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