Falsos argumentos sobre el origen de la existencia
Las concepciones Medievales Europeas sobre la naturaleza y existencia del Universo estuvieron fuertemente apoyadas por la autoridad de la Iglesiaque a su vez dependía de los argumentos de las Escrituras que desde hacía mucho tiempo se habían desviado de sus verdaderos escritos originales.
Mientras el pensamiento científico moderno se desarrollaba, encontraba mucha hostilidad por parte de la Iglesiacuya autoridad desafiaba. La ruptura en la cultura europea entre la ciencia y la religión se profundizaba constantemente hasta que las dos se volvieron irreconciliables. Finalmente, la religión llegó a ser vista como un dominio de creencias ciegas y rituales consoladores con los cuales la ciencia no tenía nada que ver, y a cuya autoridad en la revelación Divina nunca debía diferir.
La explicación de Darwin sobre la evolución selló y popularizó una tendencia a considerar a la existencia como auto-originada y auto-sostenida, un proceso resuelto por sí mismo según las leyes que, tarde o temprano, serían comprendidas completamente (y por lo tanto manejables hasta cierto punto) por los seres humanos. Muchos científicos—de ninguna manera todos— han mantenido en los principios y en la práctica que las causas naturales o las leyes así llamadas de la naturaleza son suficientes para explicar todos los fenómenos.
Antes de pasar a discutir este punto de vista, deberíamos señalar que, de distinta manera que los Profetas —los cuales, a pesar de vivir en lugares y épocas diferentes, coincidían en cómo se originaba y se sostenía la existencia además del número considerable de científicos y filósofos que también están de acuerdo con los Profetas sobre esta materia— los científicos y filósofos que favorecen las visiones naturalistas y materialistas difieren mucho en sus explicaciones. Algunos de ellos atribuyen la creatividad y la eternidad a la materia y atribuyen la vida y la conciencia a ella. Otros arguyen que la naturaleza es eternamente auto-existente y exigen explicar todo por las causas y leyes naturales. Aún otros, incapaces de explicar el origen de la vida, intentan explicar la existencia con nociones como la casualidad y la necesidad. Muy brevemente, discutiremos la imposibilidad de explicar la existencia a menos que la existencia y Unidad de Allah estén afirmadas.
Naturaleza, leyes y causas naturales
• Las leyes naturales tienen una existencia nominal, no real. Son proposiciones ofrecidas como explicaciones de clases particulares de acontecimientos o fenómenos, aluden a fuerzas imaginarias deducidas de los movimientos o las relaciones de acontecimientos o fenómenos. La ley de la gravedad o la ley de la reproducción y el crecimiento en los organismos vivos u otras leyes como la atracción magnética y la repulsión no son entidades cuya existencia está verificada a través de nuestros propios sentidos externos o de los instrumentos que realzan esos sentidos. Sea una verdad o no, acerca de la ley de gravedad se podría decir, ¿podemos proclamar que el Universo real (uno en el cual operan las leyes) ha acontecido (o debió) acontecer por ella? ¿Entonces es totalmente razonable atribuir la existencia de alguna cosa, exceptuando a los seres inteligentes y conscientes, a las entidades que existen sólo como proposiciones? Las leyes y las causas naturales son deducidas de los movimientos o las relaciones de acontecimientos o fenómenos en el universo. Por lo tanto son, en principio, dependientes de los acontecimientos o fenómenos más que de su origen o de su creador. Ciertamente, no son auto-dependientes o auto-existentes.
• La existencia del Universo en general y de todos los acontecimientos o fenómenos dentro es un grupo. Es decir que, su existencia no es absolutamente necesaria —es igualmente posible para ellos existir o no—. Evidentemente, hay casi alternativas ilimitadas para que cualquier partícula de una sustancia que pudiera formar el elemento de formación de un embrión, se dirija a cualquiera de sus células. Algo cuya existencia es un grupo no puede ser eterno y necesita a alguien con el poder de elección para preferir su existencia sobre su falta de existencia o puramente la existencia potencial.
• Todas las entidades contingentes están contenidas en tiempo y espacio y por lo tanto tienen un principio. Algo que tiene un comienzo ciertamente debe también tener un final, y por lo tanto no puede ser eterno.
• Las causas naturales se necesitan mutuamente para hacer un efecto. Por ejemplo, una manzana necesita de una flor de manzano para su existencia, y este necesita una rama, y la rama un árbol, y así sucesivamente, hasta llegar a la semilla del árbol que necesita la tierra, el aire y la humedad para germinar y crecer. Cada causa es también un efecto y a menos que aceptemos tantas deidades como número de causas, debemos ocuparnos de una sola causa fuera de la cadena de causas y efectos.
• Para que un solo efecto comience a existir deben unirse un número infinito de causas y colaborar de una manera tan coordinada y confiable para que llamemos a su operación colectiva «leyes naturales». Por ejemplo, una sola manzana requiere para su existencia la cooperación del aire, la tierra, la luz solar, el agua, los veintitrés grados de inclinación del eje de la tierra y las complejas reglas de la germinación y el crecimiento de las semillas y las plantas. Tantas causas y leyes sordas, ciegas, ignorantes e inconscientes no pueden juntarse por sí mismas en el arreglo sutil y complejo que reconocemos como un organismo vivo, menos todavía en un organismo vivo como el hombre que no está sólo vivo y consciente sino que también es inteligente y responsable —capaz de responder preguntas sobre sus intenciones y acciones—.
• Una diminuta semilla contiene en ella sola un enorme árbol. Un ser humano, la más compleja de las criaturas, crece procedente de un óvulo femenino fertilizado por un espermatozoide masculino microscópico. En suma, no hay una relación apropiada o una proporcionalidad aceptable entre las causas y efectos. Las causas extremadamente débiles, simples, ignorantes e inanimadas resultan en los efectos muy poderosos, complejos, inteligentes y vigorosamente vivos.
• Todos los fenómenos y procesos naturales tienen sus opuestos; polos norte y sur; polos negativo y positivo; frío y calor; belleza y fealdad; día y noche; atracción y repulsión; congelación y fusión; vaporización y condensación; etc. Algo que no tiene opuesto y necesita su opuesto para existir y ser conocido no puede ser un creador u originador.
• Frecuentemente atestiguamos que aunque todas las causas necesarias para la existencia de un efecto estén preparadas, ese efecto no comienza la existencia, y, a la inversa, algo sucede o comienza a existir sin causas que podamos reconocer o entender como tales. También, las mismas causas no siempre hacen los mismos efectos. Por esto algunos científicos rechazan la idea de la casualidad como una manera de explicar las cosas y los acontecimientos en el universo.
• Entre las causas, el hombre es el más capaz y eminente, distinguido con el intelecto, la conciencia, el poder de la voluntad y otras facultades y sentidos y sensaciones internos y externos. Aún así, es tan débil e indefenso incluso como para ser capaz de resistir a un microbio y es atrapado en las necesidades y dolores infinitos. Si el hombre, siendo el más capaz, inteligente, poderoso y consciente de las causas, no tiene parte en su propio comienzo de la existencia y ningún control inclusive sobre la obra de su propio cuerpo, ¿cómo pueden otras causas tener creatividad?
• Los materialistas toman la conjunción de los acontecimientos por una causalidad. Es decir que, si dos eventos coexisten, ellos imaginan que uno causa el otro. En su determinación por negar al Creador hacen estas reclamaciones: el agua hace crecer a las plantas. Nunca se preguntan cómo el agua sabe qué hacer, cómo lo hace y qué cualidades tiene que le facilita hacer crecer a las plantas.
¿El agua posee el conocimiento y el poder para hacer crecer a las plantas? ¿Conoce las leyes o propiedades de la formación de las plantas? O, si atribuimos el crecimiento de una planta a las leyes mismas o a la naturaleza, ¿las leyes o la naturaleza conocen las propiedades de la formación de las plantas? Mientras alguna clase de cantidad de conocimiento, voluntad y poder son absolutamente necesarios para hacer la mínima cosa, por ejemplo, construir una cabaña, escribir un artículo, ¿no se necesita un conocimiento amplio y una voluntad y poder absolutos, para crear este universo, tan complejo, sorprendente y milagroso que en la «era de la información» nuestro conocimiento sobre él es muy escaso?
• Considera una flor. ¿Cómo se realiza su belleza y quién ha diseñado la relación entre ella y los sentidos de olfato y vista y la facultad de apreciación del hombre? ¿Puede la semilla inconsciente, ignorante y sorda, el suelo o la luz solar haber hecho esto? ¿Tienen el conocimiento, el poder o la voluntad siquiera para crear una flor, sin hablar de hacerla hermosa? ¿Puede el hombre, el único ser consciente y conocedor sobre la tierra, crear una sola flor? Una flor sólo puede existir con todo el Universo en primer lugar: por lo tanto, para crear una flor, uno debe ser capaz de producir todo el Universo en el cual ella existe, es decir, tener el poder, conocimiento y voluntad absolutos, los cuales son atributos solamente de Allah.
Materia y casualidad
El argumento que hasta aquí hemos expuesto frente al punto de vista de que las leyes y causas naturales son autos-existentes, sustentadoras, incluso en algún sentido, eternas, sostiene la verdad para las visiones relacionadas que atribuyen creatividad a la casualidad y la materia.
Si es definida según los principios de la física clásica, la materia obviamente es mudable y susceptible a las intervenciones externas; no puede ser eterna o capaz de originar. También, la materia es sorda, ciega, inanimada, ignorante, ineficaz, e inconsciente; ¿cómo puede ser el origen de la vida sensible, el conocimiento, el poder y la consciencia? Es evidente que algo no puede comunicar a los otros lo que no posee.
Cuando hay en el Universo tanta evidencia abundante de un ajuste, una organización y armonía determinados, es irracional hablar de casualidad o coincidencia como su causa. Hay 60 millones de millones de células en un cuerpo humano y una sola contiene alrededor de un millón de proteínas. La posibilidad de que una proteína exista por casualidad es infinitesimalmente pequeña. Sin alguien que tenga el poder de elección al preferir su existencia y el absoluto poder para crearla, que tenga además un conocimiento amplio para disponer sus relaciones con el resto de proteínas, con la célula y todas las partes del cuerpo y colocarla justo donde debe estar, la existencia de una sola proteína no es posible. En cuanto admitan al Único —Allah, el Creador de todas las cosas— que las ciencias encontrarán su verdadero rumbo. (Un día tendrán que hacerlo).
El siguiente experimento científico, ayudará a entender este significativo argumento:
Overbeck y sus compañeros de trabajo en la Facultadde Medicina Baylor, en Houston, estaban tratando de practicar un tipo de técnica terapéutica viendo si podían transformar los ratones albinos en unos de color. Este investigador inyectó un gen esencial en la producción del pigmento melanina en el embrión de la única célula de un ratón albino. Luego reprodujeron la descendencia de ese ratón, la mitad de la cual llevaba el gen en un cromosoma procedente un cromosoma par. La genética Mendeliana clásica les decía que aproximadamente un cuarto de los nietos iba a llevar el gen en ambos cromosomas –sería «homocigotos», en el lenguaje de la genética— y por lo tanto sería de color.
Pero los ratones nunca tuvieron la oportunidad de adquirir color. «La primera cosa que notamos», dice Overbeck, «fue que estábamos perdiendo alrededor del 25% de los descendientes a la semana de haber nacido». La explicación: El gen relacionado a la melanina que su grupo inyectó al embrión del ratón albino se había insertado solo en un gen completamente sin relación. Un desconocido trecho de ADN en la mitad del gen arruina esa habilidad del gen para que se lea su mensaje. Así que en los ratones, parece que la proteína que codificó era improductiva, la función que tuvo la proteína se arruinó, y el estómago, el corazón, el hígado y el bazo se formaron en el lugar equivocado. También, de alguna manera, los riñones fueron dañados, y ese daño aparentemente es lo que mató a los ratones.
Overbeck y sus colegas ya han localizado el gen en un cromosoma de un ratón y ahora están tratando de identificar su estructura. Eso les dirá algo acerca de la estructura de la proteína que el gen codifica, cómo trabaja la proteína, y cuándo y dónde es producida mientras los genes «se expresan», o se ponen en marcha, «¿el gen se expresa en todas partes, o sólo el lado izquierdo del embrión, o el lado derecho?» Overbeck se pregunta: « ¿Y cuándo se expresa?»
Estas preguntas llevarán lejos a Overbeck del experimento de transferencia genética. «Creemos que hay al menos 100.000 genes», señala, «así que las probabilidades de que esto suceda literalmente eran una entre 100.000»
Por lo tanto se necesitarán miles de pruebas, y costará la vida de miles de ratones, para que este tipo de experimento sea llevado a cabo con éxito. Sin embargo, no hay prueba y error en la naturaleza, y cualquier semilla bajo la tierra —a menos que algún impedimento como la falta de suficiente agua intervenga— germinará y por último se convertirá en un árbol. Igualmente, un embrión en el vientre de la madre se vuelve un ser vivo consciente equipado con facultades intelectuales y espirituales.
El cuerpo humano es un milagro de la simetría, como así también de la asimetría. Los científicos saben cómo se desarrolla un embrión en el vientre para formar esta simetría y asimetría, pero son completamente ignorantes de cómo las partículas —las partículas que llegan al embrión a través de la madre y funcionan como bloques de construcción en la formación del cuerpo-—pueden distinguir entre derecha e izquierda, cómo son capaces de determinar el lugar de cada órgano, cómo van a insertarse solas en el lugar exacto de cierto órgano, y cómo entienden las relaciones extremadamente complicadas entre las células, los órganos, y sus requerimientos. Este es un proceso tan complicado que si una sola partícula que debería ser ubicada, por ejemplo, en la pupila del ojo derecho, fuera hacia el oído, llevaría al mal funcionamiento o incluso a la muerte de dicho ser humano.
Otro punto concerniente a este aspecto que tratamos es que todos los seres animados están hechos de los mismos elementos que vienen de la tierra, el aire y el agua, son similares unos con otros con respecto a los miembros y los órganos de sus cuerpos, y aún así casi son completamente diferentes uno del otro con respecto a los rasgos corporales, semblante, carácter, deseos y ambiciones. Esta singularidad del individuo es tan fehaciente que uno puede ser identificado absolutamente por las huellas dactilares que son propias e individuales de cada individuo.
¿Cómo explicamos esto? Hay dos alternativas que mencionamos al comienzo: si cada partícula posee casi un conocimiento infinito, la voluntad y el poder de Alguien que tiene tal conocimiento, el poder y la voluntad crea y administra cada partícula. Sin embargo vayamos más atrás en el intento de atribuir esto a la causa, el efecto y la herencia, estas dos alternativas permanecen válidas.
Incluso si la existencia del Universo es atribuida a alguna otra entidad más allá de Allah —a la evolución, la casualidad, la naturaleza, la materia, la coincidencia o la necesidad— nadie puede negar que todo muestre, a través de su comienzo a la existencia, su subsistencia y la muerte, un conocimiento amplio, y un poder y determinación absolutos. Como vimos en el experimento que citamos antes, un solo gen mal colocado o mal dirigido, puede ser suficiente para arruinar o impedir la vida. La interconexión de todas las cosas, desde las galaxias hasta los átomos, es una realidad en la cual cada nueva entidad entra y allí debe conocer su lugar y función únicos.
¿Y no hay una demostración más de la existencia y la libre operación de un conocimiento extenso, y un poder y voluntad absolutos, que las partículas creadas de los mismos componentes bioquímicos serían capaces de producir, a través de los ajustes más sutiles en su modelo de relaciones mutuas, entidades y organismos que son únicos? ¿Es satisfactorio explicar esto como herencia o coincidencia, viendo que tales explicaciones de nuevo se apoyan en el mismo conocimiento profundo, y poder y voluntad absolutos?
No debemos ser llevados a conclusiones erróneas por el hecho aparente de que todo sucede según un cierto programa, plan, o proceso de las causas. Este proceso de las causas es un velo esparcido sobre el cambio del universo, la corriente de acontecimientos en continuo movimiento. Las «leyes de la naturaleza» que pueden ser deducidas de este proceso de causas tienen una existencia nominal, no una verdadera y concreta. A menos que atribuyamos a la naturaleza los atributos normalmente la atribuiríamos al Creador de la naturaleza, debemos aceptar que es, en esencia y realidad, un mecanismo de impresión, no un impresor, un diseño, no un diseñador, un recipiente pasivo, no un agente, un orden, una colección de leyes nominales, no un poder. El mismo argumento sostiene si, en lugar de «naturaleza», elegimos los términos «materia» o (la preferencia del biólogo Francés Jacques Monod) «coincidencia y necesidad»1.
Para entender mejor por qué la causalidad ciega, sorda, inerte, inconsciente, e ignorante, la naturaleza y las causas no pueden firmar parte de la existencia, sería mejor que viéramos más de cerca el propósito, la armonía y la interrelación en la creación y por lo tanto observar algunos sencillos hechos. Otra vez, Morrison atrae nuestra atención con algunos de estos hechos:
«El volumen de la Tierra en su interior, ahora reducido a dimensiones muy permanentes, y su masa ha sido determinado. La velocidad en su órbita alrededor del Sol es extremadamente constante. La rotación sobre su eje está tan exactamente determinada que una variación de un segundo en un siglo alteraría los cálculos astronómicos. ¿El volumen de la tierra ha sido más grande o más pequeño, su velocidad ha sido diferente, ha estado más lejos más cerca del sol, y esta condición diferente ha afectado profundamente la vida de todas las especies, incluyendo el hombre?
La Tierra rota sobre su eje en veinticuatro horas o alrededor de mil seiscientos kilómetros por hora. Supongamos que gire a ciento cincuenta kilómetros por hora. ¿Por qué no puede ocurrir algo así? Nuestros días y noches entonces serían diez veces tan largos como ahora. El Sol caliente del verano entonces quemaría nuestra vegetación a lo largo de cada día y cada col de Bruselas se congelaría en una noche. El Sol, la fuente de toda vida, tiene una temperatura en la superficie de 6650 grados centígrados, y nuestra Tierra está bastante más lejos para que su «fuego eterno» nos caliente en exceso. Si la temperatura sobre la Tierra hubiera cambiado alrededor de cincuenta grados en el promedio de un solo año, toda la vegetación habría muerto y el hombre junto con ella, o se hubiera carbonizado o congelado. La Tierra viaja alrededor del Sol a treinta kilómetros por segundo. Si la velocidad de dicha revolución hubiera sido, digamos, a seis o a cuarenta kilómetros por segundo, estaríamos demasiado lejos o cerca del Sol para que nuestra forma de vida existiera.
La Tierra está inclinada en un ángulo de veintitrés grados. Esto nos da nuestras estaciones. Si no hubiera estado inclinada, los polos estarían en un eterno crepúsculo. El vapor de agua del océano se movería de norte a sur, apilando continentes de hielo y dejando posiblemente un desierto entre el ecuador y el hielo.
La Luna está a 386.242 kilómetros, y las mareas dos veces al día habitualmente son un recuerdo suave de su presencia. Las mareas del océano alcanzan una altura de 15 metrosen algunos lugares, e incluso la corteza de la tierra se inclina dos veces al día hacia fuera varias centímetros por la atracción de la Luna. Si nuestra Luna estuviera a 1524 metrosen lugar de su actual y respetable distancia, nuestras mareas serían tan enormes que dos veces al día todas las tierras bajas de los continentes estarían sumergidos por una corriente de agua tan enorme que incluso las montañas pronto serían erosionadas, y probablemente ningún continente podría haber surgido desde las profundidades lo suficientemente rápido como para existir hoy. La Tierra se resquebrajaría por dichos movimientos y las mareas en el aire crearían huracanes diariamente.
Si la corteza de la Tierra hubiera sido 3 metrosmás gruesa, no hubiera existido oxígeno, sin el cual la vida animal es imposible; y si hubiera sido unos centímetros más profundo el océano, el dióxido de carbono y el oxígeno hubieran sido absorbidos y la vida vegetal sobre la superficie de la tierra no hubiera podido existir Si la atmósfera hubiera sido mucho más delgada, algunos de los meteoritos que ahora arden en la atmósfera exterior, millones cada día, golpearían todas las partes de la Tierra.
El oxígeno se encuentra comúnmente al 21 por ciento (en la atmósfera). La atmósfera en general presiona la Tierra aproximadamente en un valor de 0.068 atmósferas o 760 milímetrosde mercurio a nivel del mar. El oxígeno que existe en la atmósfera es una parte de esta presión, siendo alrededor del 20 % del total de los componentes de la atmósfera. Todo el resto del oxígeno se encuentra en la corteza de la Tierra, o sea 8/10 de todas las aguas del mundo. El oxígeno es vital en la respiración para todos los animales de la Tierra y es por este propósito completamente inaccesibleexcepto desde la atmósfera.
La cuestión surge de cómo este elemento químico extremadamente activo escapó de la combinación y quedó en la atmósfera en la proporción casi exacta necesaria para prácticamente todas las cosas vivas. Si, por ejemplo, en lugar de 21 por ciento, el oxígeno fuera el 50 por ciento o más de la atmósfera, todas las sustancias combustibles en el mundo se volverían inflamables a tal grado que el primer golpe del rayo en dar contra un árbol incendiaría el bosque, lo cual casi estallaría... Si el oxígeno libre, esta parte en muchos millones de la sustancia de la tierra, fuera absorbida, toda la vida animal se detendría.
Cuando un hombre respira, expira oxígeno, que es tomado por la sangre y que lo distribuye a través de todo su cuerpo. Este oxígeno quema su alimento en cada célula muy lentamente a una temperatura comparativamente baja, pero el resultado es dióxido de carbono y vapor de agua, así que cuando se dice que un hombre «suspira como un horno», hay un poco de verdad en eso. El dióxido de carbono escapa en sus pulmones y no es respirable excepto en pequeñas cantidades. Se ponen en acción sus pulmones y da su siguiente respiro arrojando en la atmósfera dióxido de carbono. Toda la vida animal de esta manera absorbe el oxígeno y desecha dióxido de carbono. El oxígeno es más esencial para la vida por su acción sobre los otros elementos en la sangre así como también en cualquier otra parte del cuerpo, sin el cual el proceso de la vida cesaría.
Por otro lado, como es bien sabido, toda la vida vegetal depende de casi toda la cantidad infinitesimal del dióxido de carbono existente en la atmósfera que, metafóricamente hablando, respira. Para expresar el complicado ciclo de la fotosíntesis de la manera más simple posible, imaginemos las hojas de los árboles como pulmones y obtienen la energía cuando la luz solar separa el dióxido de carbono en carbón y oxígeno. En otras palabras, el oxígeno es despedido y el carbón retenido y combinado con el hidrógeno del agua traído por la planta desde sus raíces. Por la química «mágica», de estos elementos la «naturaleza» elabora su azúcar, la celulosa y otros numerosos compuestos químicos, así como frutas y flores (todos con diferentes olores, sabor, color y forma según la clase de planta o árbol) ¿Esta infinita diferencia o variación puede ser atribuida a las semillas diminutas, ciegas, ignorantes e inconscientes? La planta se alimenta sola y produce más alimento para alimentar a cada animal sobre la Tierra. Almismo tiempo, la planta libera el oxígeno que respiramos y sin el cual la vida terminaría en cinco minutos. Así que todas las plantas, los bosques, los pastos, cada pedazo de musgo, toda vida vegetal en definitiva construye su estructura principalmente mediante el carbono y el agua. Los animales expulsan dióxido de carbono y las plantas oxígeno. Si este intercambio no sucediera, la vida animal o vegetal finalmente agotaría prácticamente todo el oxígeno o todo el dióxido de carbón, y el equilibrio al ser completamente alterado, moriría toda la vida animal y la vegetal la seguiría rápidamente.
El hidrógeno debe ser incluido, aunque no lo respiremos. Sin el hidrógeno el agua no existiría, y el contenido del agua en la materia animal y vegetal es sorprendentemente grande y absolutamente esencial. Oxígeno, hidrógeno, dióxido de carbono, y carbono, únicamente en sus relaciones mutuas, son los principales elementos biológicos. Son la misma base en la cual se apoya la vida.
Vertimos infinitas variedades de sustancias en este laboratorio químico —el sistema digestivo, que es el laboratorio más grande del mundo— con casi la desatención total de lo que tomamos, dependiendo de lo que consideramos el proceso automático para mantenernos vivos. Cuando estos alimentos han sido descompuestos, digeridos y otra vez preparados, son entregados constantemente a cada una de nuestros millones de células, en un número mayor que el de todos los seres humanos sobre la Tierra.
La entrega a cada célula individual debe ser constante, y sólo aquellas sustancias que necesitan una célula particular para transformarlas en huesos, uñas, carne, cabello, ojos, y dientes son tomados por la célula apropiada. Aquí hay un laboratorio químico produciendo más sustancias que cualquier otro laboratorio que el ingenio humano haya inventado. Hay un sistema de transporte mayor que cualquier otro método de carga o distribución que el mundo alguna vez haya conocido, todo conducido en perfecto orden. Desde la infancia hasta, digamos, un hombre de cincuenta años de edad, este laboratorio no comete errores serios, aunque las mismas substancias con las cuales trata podrían literalmente formar más de un millón de especies diferentes de moléculas —muchas de ellas fatales—. Cuando los canales de distribución se vuelven un poco lentos por su uso continuado encontramos debilitada la habilidad y por último la vejez.
Cuando el alimento apropiado es absorbido por cada célula, todavía es eso, solamente «alimento apropiado». El proceso en cada célula ahora se convierte en una forma de combustión, que explica el calor de todo el cuerpo. No puedes tener combustión sin ignición. El «fuego debe ser prendido», y así una pequeña combinación química que enciende un proceso químico de combustión energética controlado para el oxígeno, hidrógeno, y el carbón en el alimento en cada célula, produce de esta manera la calidez necesaria y, como desde cualquier fuego, el resultado es el vapor de agua y el dióxido de carbono. El dióxido de carbono es llevado por la sangre hacia los pulmones, y allí está la única cosa que te hace extraer tu aliento de vida. Una persona produce alrededor de un kilogramo de dióxido de carbono al día, pero por un proceso maravilloso se libera de él. Cada animal digiere alimento, y cada uno debe tener los químicos especiales que necesita individualmente. Incluso al observarlos con minucioso detalle los componentes químicos de la sangre, por ejemplo, difieren en cada especie. Por lo tanto, hay un proceso especial formativo para cada una.
En el caso de la infección por gérmenes hostiles, el sistema también mantiene continuamente un sistema inmunitario de leucocitos, plaquetas, etc., un ejército, en suma, preparado para encontrar, y por lo común vencer, a los invasores virales y bacteriales y salvar la estructura entera del hombre de una muerte prematura. Ninguna combinación tal de maravillas se hace o acontece bajo ninguna circunstancia en la ausencia de la vida. Y todo esto está hecho en perfecto orden, y el orden es absolutamente contrario a la casualidad».2
¿Todo esto no requiere y señala a Alguien Que conoce totalmente al hombre, con todas sus necesidades, medio ambiente, y los mecanismos de su cuerpo, Alguien que Todo lo Sabe y es capaz de hacer lo que Él desea? De nuevo, anota Morrison el propósito parece fundamental en todas las cosas, desde las leyes que gobiernan el Universo hasta las combinaciones de átomos que sostienen nuestras vidas. Los átomos y las moléculas en las criaturas vivas hacen cosas maravillosas y construyen mecanismos maravillosos, pero tales máquinas son inútiles a menos que la inteligencia las ponga en un movimiento objetivo. Allí está la Inteligenciaque la ciencia no explica, ni se atreve a decir que es material».3
Las razones por las qué Allah ha creado leyes y causas naturales
En el siguiente mundo, que es el reino del Poder, Allah ejecutará Su Voluntad directamente sin el «medio» de las causas para que todo suceda instantáneamente, el Nombre Divino, el Totalmente Sabio, necesita que en este mundo, que es el reino de la Sabiduría, el Poder Divino opere desde detrás del velo de las causas y las leyes. Porque:
• Los opuestos están mezclados en este mundo: la verdad con la falsedad, la luz con la oscuridad, el bien con el mal, el blanco con el negro, y así sucesivamente. Ya que el hombre, en cuya naturaleza están arraigadas las inclinaciones hacia el bien y el mal, es probado en este mundo para ver si usará su libre albedrío y otras facultades en el camino de la verdad, el bien, o de una forma diferente. La Sabiduría Divinaha requerido que el velo de las causas y las leyes sea corrido ante las operaciones del Poder Divino. Si Allah hubiera querido, Podría haber ejercitado los planetas con Sus «manos» de una manera observable para nosotros, o los hubiera Podido administrar mediante los ángeles a quienes podría ver abiertamente, y entonces no estaríamos hablando de las leyes o las causas implícitas como la gravitación. Para comunicar Sus Ordenes, podría, sin enviar a ninguno de los Profetas, hablarle directamente a cada individuo, o para obligarnos a creer en Su existencia y Unidad, Podría escribir Su Nombre con las estrellas sobre la faz de los cielos. Pero en este caso la existencia terrenal del hombre no podría ser, como lo es, el terreno de pruebas. Como resultado de esta prueba, el bien y el mal, desde el comienzo de la existencia terrenal del hombre, han estado fluyendo a través de este mundo hacia el interior del próximo para llenar dos poderosas lagunas del Paraíso y el Infierno.
• Como los dos lados de un espejo, la existencia tiene dos aspectos o dimensiones, uno visible y material, el reino de los opuestos y (en la mayoría de los casos) las imperfecciones, y el reino espiritual que es transparente, puro y perfecto. Allí pueden estar, y actualmente están, en la dimensión material, los acontecimientos y fenómenos que parecen desagradables al hombre. Aquellos que son incapaces de percibir la Sabiduría Divinadetrás de todas las cosas pueden llegar al punto de criticar al Todopoderoso por aquellos acontecimientos y fenómenos desagradables. Para evitar eso, Allah ha creado leyes y causas naturales e hizo un velo delante de Sus actos. Por ejemplo, para que un hombre no critique a Allah ni a Su ángel de la muerte por la pérdida de sus seres queridos o por su propia muerte, Allah ha colocado entre Él mismo y los fenómenos de la muerte (entre otros «agentes» o «causas») enfermedades y desastres naturales.
• De nuevo, a causa de la imperfección esencial de este mundo de ensayos y pruebas, el hombre encuentra y sufre muchas deficiencias y defectos. En términos absolutos, cada acontecimiento y fenómeno es bueno y hermoso en sí mismo o en sus consecuencias. Cualquier cosa que Allah hace o decreta es buena, hermosa y justa. Las injusticias, la fealdad y los males sólo son aparentes o superficiales y surgen de los errores y abusos de la humanidad. Por ejemplo, un jurado dicta una sentencia injusta; pero
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