El Creyente Ideal, el Musulmán Ideal
El musulmán es aquel de quien los musulmanes están a salvo de su lengua y de su mano. El emigrante es aquel que abandona lo que Dios ha prohibido.[1]
Vamos a analizar brevemente el mencionado hadiz. Téngase en cuenta la presencia del artículo determinado (al, en árabe) que precede a la palabra «musulmán». Lo que podemos deducir de esto es que hay creyentes ideales que entran en una atmósfera de seguridad y salvaguarda y que se han sumergido de tal manera en ella que no dañan a nadie con sus manos ni con sus lenguas. Esto se refiere únicamente a aquellos musulmanes verdaderos e ideales que dejan su impronta en todas las mentes; no a aquellos que parecen ser o proclaman serlo, ni tampoco a aquellos cuyos documentos de identidad o pasaportes contienen la palabra «musulmán» escrita en ellos. Esto lo deducimos del artículo que se utiliza en la lengua árabe y que indica algo concreto, definido. Procede de la regla gramatical que dice: «Si hay algo que se describe con un artículo determinado, lo que se indica es la condición más perfecta y elevada del término en cuestión». Así pues, cuando oímos decir «el creyente», lo primero que se evoca en la mente es el significado más perfecto de «creyente», siendo esto lo que nos indica este hadiz.
Por otra parte, esta sutil cuestión gramatical no es algo que uno aprenda por sí mismo, puesto que es un tema que pertenece a la educación formal. En consecuencia, esta experiencia educativa no era posible en el caso del Mensajero de Dios, dado que era analfabeto. Podemos decir, en consecuencia, que no estaba manifestando sus propios pensamientos sino que estaba transmitiendo lo que el Maestro Eterno le había enseñado. Esta es la razón de que haya cuestiones gramaticales muy sutiles en las expresiones y declaraciones del Profeta y de que no se cometan errores cuando se utilizan.
Volvamos de nuevo al hadiz del principio. Los verdaderos musulmanes son personas en las que se puede confiar y con las que se está a salvo, hasta tal punto que otros musulmanes pueden darles la espalda sin pensárselo dos veces. A esa gente se le puede confiar un miembro de tu familia sin temer cosa alguna; esa persona no sufrirá daño de la mano o lengua del musulmán. Si se asiste a una reunión donde hay un musulmán auténtico podremos irnos sabiendo de sobra que no nos calumniará ni prestará oídos al cotilleo sobre los demás. Este tipo de musulmanes son tan sensibles a la dignidad y el honor de las otras personas como al suyo propio. No comen, dan de comer a los demás. No viven para su propio provecho, viven para que los demás puedan vivir. Llegarán incluso a sacrificar su deleite espiritual por el bien de los demás. Estos significados los extraigo del hecho de que el artículo determinado, en árabe, también significa hasr: privación, entrega a un propósito determinado.
La seguridad y los musulmanes
Etimológicamente hablando, la palabra muslim y el verbo sa-li-ma proceden de la raíz silm. Esto significa que, para los musulmanes, todas las cuestiones están en consonancia con silm (seguridad), salamah (salvaguarda) y con el hecho mismo de ser muslim. Los musulmanes están sometidos a una atracción divina tal, que todas sus acciones giran en torno a ese centro tan poderoso.
Saludan a todo el mundo con salaam, y esto hace que los amen todos los demás. [2] Terminan las Oraciones con salaam. El mundo entero, genios, ángeles y criaturas conscientes reciben su salaam. Esto significa que también intercambian sus saludos con las criaturas invisibles. Y hasta ahora no ha habido jamás una gente que haya extendido hasta tal punto este círculo del saludo como lo han hecho los musulmanes. El Islam consiste en cumplir con deberes tan fundamentales como el ayuno, dar limosna, hacer el hayy y proclamar la declaración de fe. Esto significa que salen a navegar a un mar de seguridad y salvaguarda porque obedecen el mandato: «Entrad en la seguridad (Islam) del todo». (2: 208) Los que se arrojan a ese mar irradian seguridad e Islam en toda circunstancia. Y lo único que se observa en las acciones y en la conducta de esa gente es el bien.
¿Por qué la lengua y la mano?
Como en todas y cada una de las declaraciones de nuestro maestro, la paz y las bendiciones sean con él, cada palabra del hadiz mencionado ha sido elegida con sumo cuidado. ¿Por qué eligió hablar de la mano y de la lengua? Es evidente que hay cuestiones muy sutiles relacionadas con esta elección. Una persona puede dañar a alguien de dos maneras: directa o indirectamente. La mano representa la presencia física (directamente) y la lengua representa la ausencia (indirectamente). La gente ataca a los demás de forma directa, físicamente, o de forma indirecta, ridiculizando y cotilleando. Los verdaderos musulmanes nunca se entregan a ese tipo de actividades porque se supone que han de actuar con justicia y generosidad, bien sea directa o indirectamente.
El Profeta mencionó la lengua antes que la mano porque en el Islam se pueden exigir represalias por lo que se ha hecho con la mano. No obstante, esto no siempre se puede aplicar al daño hecho de forma indirecta con el cotilleo o la calumnia. Y sin embargo, este tipo de acción puede fácilmente causar conflicto entre individuos, comunidades e incluso naciones. Enfrentarse a ese tipo de daño es relativamente más difícil que hacerlo con el daño que ha causado la mano, y esta es la razón de que el Profeta mencionara la lengua antes que la mano. Por otro lado, la valía de los musulmanes ante Dios ya ha sido indicada. Ser musulmán tiene un valor tan grande ante Dios que los demás musulmanes deben controlar sus manos y sus lenguas en las acciones que les puedan afectar.
Otra dimensión moral que es importante en el Islam es que los musulmanes deben mantener a raya aquellas cosas que pueden dañar a los demás, ya sea física o espiritualmente, y ellos mismos tienen que esforzarse para no perjudicar a otros. Además de no causar daño alguno, cada sector de la sociedad musulmana debe también representar la seguridad y la salvaguarda. Los musulmanes serán tales representantes en la medida en que sean portadores de esta sensación de seguridad y en que sus corazones transmitan con sus latidos esta confianza. Dondequiera que vivan o doquiera que estén, esta sensación que procede de as-salaam es patente y manifiesta. Desean seguridad para la partida, adornan sus Oraciones con saludos cordiales y cuando las terminan envían salaams a los demás creyentes. Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que es inconcebible pensar que estas personas, que conducen sus vidas en esta órbita de salaam, acaben siguiendo un camino que es contrario a los principios básicos de seguridad, confianza, sensatez y salvaguarda en este mundo y en el otro, para así causarse daño a sí mismos o a los demás.
Sería muy útil examinar la esencia de estas cuestiones: Los musulmanes auténticos son los representantes más fidedignos de la paz universal. Viajan por todas partes con este sentimiento sublime que está profundamente enraizado en sus espíritus. Lejos de causar tormento o sufrimiento, son recordados en todas partes como símbolos de seguridad y salvaguarda. Para ellos no hay diferencia en la violación de los derechos del otro, ya sea física (directa) o verbal (indirecta). El hecho es que, en ciertas ocasiones, esta última es considerada un delito mayor que la primera.
[2] Bujari, «Iman», 20; Muslim, «Iman», 63.
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