Haciendo que la Atmósfera de la Tolerancia Sea Permanente
Además del «paraíso perdido», nos hemos quedado también sin alguna de nuestras características más sublimes. Conocimiento, investigación, trabajo, método de trabajo, organización del área de trabajo, ayuda mutua y la lectura del libro del universo son algunas de las cosas que hemos perdido. Entre tantas cosas que hemos perdido es posible que la primera y la más importante sea la tolerancia. Lo que entendemos por esta palabra es abrazar a las personas independientemente de las diferencias de opinión, cosmovisión, ideología, etnia o creencia. Significa también aguantar las cosas que no nos gustan sacando fuerzas de una conciencia profunda, de la fe, de un corazón generoso o de la fortaleza de nuestras emociones. Desde otro punto de vista significa, en palabras del célebre poeta turco Yunus[1], «amar lo creado nada más que por el Creador».
Amar Lo Creado nada más que por el Creador
El amor es la razón de la existencia y su misma esencia; y es el vínculo más fuerte a la hora de unir a las criaturas. Todo lo que existe en el universo es obra de Dios. En consecuencia, si no te acercas a la humanidad, una creación de Dios, con amor, habrás causado daño a los que aman a Dios y a aquellos a los que Dios ama. Por ejemplo, estar en contra de las obras de un artista como Picasso, dañará al pintor y a los que lo admiran. Otro ejemplo sería permanecer indiferente ante la belleza del Palacio de la Alhambra y las delicadas líneas que expresan los caminos de lo finito al infinito; esto demostraría una falta de respeto hacia esa obra maestra y hacia sus artistas. De la misma manera, cada aspecto de la impresionante belleza del universo, su grandeza y esplendor, es un ejemplo de la maestría de Dios. En este sentido, los seres humanos, los animales y el resto de criaturas, incluidos los objetos inanimados, han sido creados con una naturaleza que merece ser abrazada con amor. Mostrar indiferencia o menospreciar todo ello significa ser indiferente y altivo con el Hacedor Supremo. Por el contrario, nuestra aproximación a la creación y a los otros seres humanos debe estar basada en amarlos por su Creador. Si los musulmanes hablan de armas, arsenales, de matar y masacrar a los demás, y al hacerlo se distancian enormemente de la gente, esto significa que nos hemos alejado mucho de nuestra esencia.
Pero deberíamos estar agradecidos porque, a pesar de vivir en una época en la que se ven signos del paraíso que hemos perdido, hemos descubierto de nuevo la tolerancia; esta es una de las características que habíamos perdido. Estamos descubriéndola de nuevo, algo que es inherente al espíritu del Islam y que se nos ha dado a conocer por el Corán y por el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él. Con respecto al tema de la tolerancia, nuestra gente ha dado la bienvenida a las actividades que tienen que ver con ella y ha abrazado este espíritu de forma muy cordial; esto tiene una importancia vital. Además de las instituciones que se han establecido, los servicios voluntarios prestados por la gente han suscitado un gran interés. El Corán declara:
Sin duda, aquellos que creen y hacen actos buenos y rectos, el Misericordioso les concederá amor. (Maryam, 19: 96)
Dicho con otras palabras, los amarán los habitantes del Cielo y los habitantes de la Tierra. Tal y como se expresa en un hadiz, «Dios informa a los del Cielo cuál es la gente a la que ama; y les ordena que ellos también los amen. Cuando los ángeles del Cielo los aman, la gente de la Tierra también lo hace».[2]
La tolerancia que se ha plantado en los corazones como una semilla está creciendo. Y florecerá en el momento oportuno. Y esto depende, por supuesto, del apoyo que le presten los periódicos, la TV, las revistas y las fundaciones.
El Camino de la Tolerancia no tiene marcha atrás
La aceptación en los Cielos siempre produce una respuesta afirmativa en la Tierra. Los signos que lo confirman son evidentes. El más obvio es que se abren de par en par todas las puertas en el nombre de la aceptación de los héroes del amor y de la tolerancia. Puede decirse que la tolerancia está en vías de crecimiento y florecimiento. Y esto es hasta tal punto cierto que, al poco tiempo de empezar la estación de la tolerancia, se escenificaron una serie de acontecimientos cuyo objetivo era interrumpir estos desarrollos. Pero bandos que durante años habían sido vistos y mostrados como algo separado, reaccionaron con mucha perspicacia y se evitó una calamidad.
Pienso que todavía es probable que, a partir de ahora, haya nuevas intrigas e intentos de desestabilizar la paz general. No obstante, los que hemos iniciado este proceso tenemos que estar decididos a llevarlo hasta la meta. Tenemos que estar decididos y actuar conforme al camino que se indica en el Corán:
Y quienes no participan en cualquier vanidad o falsedad o dan testimonio a éstas, y cuando se encuentran con cualquier cosa vana e inútil, pasan por ello con dignidad. (Al-Furqan, 25: 72)
Las acciones de todo el mundo reflejan su propio carácter. El deber de las personas perfeccionadas es actuar con benevolencia. Si alguien se burla del Corán y resta importancia a la Oración, al ayuno y a la castidad, demuestra tener una conducta que debe ser considerada como una indicación del estilo y carácter de esa persona. Pero, como creyentes, nosotros no debemos ser agresivos ni poner en ridículo a la gente, incluso a los que actúan de manera tan desagradable. No debemos contestar con agresividad o burlas de ninguna clase. Otro versículo dice:
Di a aquellos que creen que deben perdonar a aquellos que no esperan la llegada de los Días de Dios. (Al-Yaziyah, 45: 14)
Esta es en realidad la voz de nuestra conciencia. Cuando ves a una persona ciega, ¿le pones la zancadilla y la golpeas o la tomas de la mano y le enseñas el camino?
Desde este punto de vista, el deber que incumbe a los que diseñan las ideas del mañana es armonizar las incongruencias de la sociedad, proteger el equilibrio atacado y sopesar los acontecimientos desagradables con suma perspicacia. Siguiendo el consejo del proverbio «toma lo agradable y deja lo que causa aflicción», debemos permanecer inmutables ante las cosas que no nos complacen sin causar conflicto ni conmoción alguna.
Si podemos continuar de esta manera, en un período de tiempo más bien corto podremos llegar mucho más lejos de donde estamos ahora. No cabe duda de que habrá muchos intentos de romper este equilibrio, tanto a escala doméstica como en el extranjero. Pero en nombre de la preservación de la tolerancia moriremos muchas veces y naceremos de nuevo en los esfuerzos para impedir que esto suceda. El amor lo inundará todo y el amor fluirá desde los ojos y los corazones de la gente. Todo el mundo se abrazará lleno de amor y, si Dios quiere, el siglo veintiuno será llamado la era de la tolerancia. Tengo tantas ganas de que esto suceda que uno o dos años de tolerancia no son suficientes para mí. Estamos decididos a que haya dos o tres siglos de tolerancia; la verdad es que queremos que la tolerancia dure hasta el final de los tiempos, queremos experimentar eras de tolerancia y no tenemos intención alguna de desviarnos de este camino.
[2] Bujari, «Tawhid», 33, «Adab, 41; Muslim, «Birr», 157.
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