La Tolerancia y el Diálogo en el Corán y la Sunna
El Corán acepta siempre como principios básicos la indulgencia y la tolerancia; y hasta tal punto es así que los «siervos del Misericordioso» se nos presentan de la siguiente manera:
Los siervos del Misericordioso son ellos quienes se mueven en la Tierra con delicadeza y humildemente, y cuando los ignorantes e imprudentes se dirigen a ellos, responden con (palabras de) paz (sin entablar hostilidad con ellos). (Al-Furqan, 25: 63)
Y quienes no participan en cualquier vanidad o falsedad o dan testimonio a éstas y cuando se encuentran con cualquier cosa vana e inútil, pasan por ello con dignidad. (Al-Furqan, 25: 72)
Cuando escuchan cualquier conversación vana, se apartan de ella, sin corresponderla, y dicen: «Nosotros habremos de dar cuenta de nuestros actos, y vosotros, de los vuestros. ¡La paz sea con vosotros! (Al-Qasas, 28: 55)
El aspecto principal de estos versículos es que, cuando los que han sido favorecidos con la verdadera servidumbre a Dios se encuentran con palabras sin sentido o malsonantes o con una conducta similar, no dicen nada impropio sino que siguen su camino con toda dignidad. Resumiendo: «Di: “Cada uno actúa de acuerdo con su carácter”» (Al-Isra’, 17: 84) mostrando con ello su temperamento peculiar. El carácter de los héroes de la tolerancia es la dulzura, la consideración y la tolerancia. Cuando Dios envió a Moisés y a Aarón a encontrarse con Faraón que pretendía ser divino, les ordenó comportarse con tolerancia y hablarle con palabras dulces. (Ta.Ha, 20: 44).
La vida del Orgullo de la Humanidad, la paz y las bendiciones sean con él, transcurrió en una órbita de indulgencia y abnegación. Llegó a comportarse de esa manera con el mismo Abu Sufyan que le persiguió durante toda su vida. Durante la conquista de La Meca, y a pesar de que Abu Sufyan había dicho que no estaba del todo seguro con respecto al Islam, el Mensajero dijo: «Los que busquen refugio en casa de Abu Sufyan estarán a salvo, del mismo modo que los que busquen refugio en la Ka’ba también lo están». Así pues, en lo que respecta a refugio y seguridad, la casa de Abu Sufyan aparecía mencionada junto con la Ka’ba. En mi humilde opinión, aquella tolerancia fue más valiosa que si le hubiesen dado toneladas de oro a Abu Sufyan, un hombre de unos setenta años de edad en quien el egoísmo y la pasión de mando estaban profundamente arraigados.
Además de haberle sido ordenado ser tolerante y utilizar el diálogo como base desde la que cumplir con sus deberes, el Profeta fue dirigido hacia aquellos aspectos en los que tenía cosas en común con la Gente del Libro (judíos y cristianos):
Di: «Oh Gente del Libro, convenid a una palabra común entre nosotros y vosotros: Veneremos únicamente a Dios, sin atribuirle copartícipe alguno y no nos tomemos unos a otros por señores en vez de Dios». (Al-‘Imran, 3: 64)
En otro versículo se ordena que se comporten con indulgencia y tolerancia a aquellos cuyos corazones están henchidos de fe y de amor, incluidos los que no creen en la vida después de la muerte:
Di a aquellos que creen que deben perdonar a aquellos que no esperan la llegada de los Días de Dios, en vista de que Él recompensará a las personas de acuerdo con lo que hayan ganado. (Al-Yaziyah, 45: 14)
Los que crean que estos versículos van dirigidos a ellos, los devotos del amor que sueñan con convertirse en siervos verdaderos de Dios deben comportarse con tolerancia y abnegación y no esperar nada de los demás por el simple hecho de ser seres humanos o haber proclamado su fe, por ser musulmanes, o por haber cumplido los preceptos religiosos obligatorios. Tienen que imitar la actitud de Yunus Emre: no golpear a los que les golpean, no responder de mala manera a los que los maldicen y no albergar rencor alguno contra los que los maltratan.
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