La Causa Principal de Nuestra Gente

Fethullah Gülen: La Causa Principal de Nuestra Gente

El mundo entero se está moviendo hacia la primavera. A pesar de todos los problemas del pasado, casi todos coinciden en que el futuro será brillante. En lugar de insistir en este hecho, es ahora más importante tener en cuenta el estado de los que aplican su resolución, su voluntad y alto rendimiento para lograr ese futuro. Pensar en el futuro del país y de la nación de uno es, sin duda, un deber de todo individuo inteligente e iluminado. Sin embargo, no podría asegurar que todo el mundo es hoy consciente de que ha de asumir esa responsabilidad. Lo que sí sé es que un puñado de personas en nuestro país han vivido durante años trabajando día y noche, preocupándose continuamente por esas aspiraciones de futuro, y han utilizado, gastado y sacrificado todo lo que tenían con la esperanza de que, algún día, el camino que están construyendo se torne llano.

Este país y esta tierra, por la que millones de personas sacrificaron una vez sus vidas de diversas formas, se encuentra en un momento emocionante que transcurre del pasado al futuro, junto a muchos hijos leales. Esto ya sucedió una vez, y este país y su gente son profundamente conscientes y están llenos de esperanza y de entusiasmo con la idea de avanzar juntos. Esto es cierto hasta tal punto que, mientras están llevando a cabo el trabajo diario y mundano con una mano y un pie, con la otra mano y el otro pie están tratando de elaborar planes y proyectos para el futuro, empleando los sentimientos y la conciencia que les han sido dados y poniéndolos al servicio y bajo el dictado de sus ideales. Por lo tanto, podemos decir que la causa principal que esta honorable y majestuosa historia y esta afortunada y gloriosa nación nuestra ha estado defendiendo y protegiendo —una causa que se ha ido conformando y desarrollando durante más de mil años— está, una vez más, encendiéndose en los espíritus con profunda emoción; una emoción semejante a la nostalgia y a un anhelo de retornar. Muchas de las generaciones de hoy, con su conciencia de unión y solidaridad, con su determinación y perseverancia para hacer de su propia nación la primera nación de su tiempo, parecen evidenciar esta causa como representantes de esta misión. A menos que sople un viento contrario y lo disperse todo, parece que el futuro va a ser suyo.

Esta causa fue difundida por los primeros hombres grandes del Islam, por las cuatro direcciones del mundo, en muy poco tiempo, y tuvo un impulso diferente con los Omeyas y Abasíes, un valor diferente con los Selyúcidas y finalmente, con los Otomanos, se convirtió en un asunto fundamental, aunque también atravesó circunstancias enormemente adversas durante un determinado período. Una vez más, ha comenzado a ser vivido como un proceso que va del pueblo a la ciudad, de la familia al estado, de la calle a la escuela, del arte a la ciencia, del trabajo a la moral. Y todo ello gracias a los que han despertado al país con la emoción y el entusiasmo de sus corazones y que han dado color y regado el mapa del país con abundantes lágrimas. Por lo tanto, a pesar de todo, la débil y predecible luz del alba ha comenzado a emerger lentamente, expandiendo su claridad por doquier. En cierto sentido, a pesar de que hemos sido sometidos una y otra vez al engaño de falsos amaneceres, son esos falsos amaneceres los testigos más fiables de que el sol pronto nacerá.

Durante ese desgraciado período, cuestiones tales como la codicia por lo material, el amor por la posición, la pasión por la vida, el deseo de fama y el deseo de aferrarse al mundo, llegaron y ocuparon el lugar de nuestras causas intelectuales y espirituales, y así fue legitimado lo más bajo. Sin embargo, ahora el espíritu y la esencia —o realidad— están al mando, y las cosas han comenzado a ocupar su lugar. En vez de los pensamientos inmaduros y las fantasías de aquella época que pretendía salvar el país y adelantarlo al nivel de los estándares occidentales —reivindicación que parecía ser cierta, pero que en realidad no era más que una pose ociosa— hay ahora un gran número de destacados representantes —o futuros candidatos— de la ciencia, el conocimiento, el arte, la moral y la virtud, que son herederos de los valores de nuestro glorioso pasado.

Mientras tanto, es cierto que se están produciendo despiadadas batallas en los ámbitos de la política, en la arena de los intereses y en los torniquetes del beneficio, y que algunos dicen con presuntuosidad: «Vamos a salvar al país», «Vamos a iluminar a nuestro pueblo», «Vamos a hacer avanzar a nuestra nación». Siempre pagamos por los caprichos y pasiones de quienes inventan historias que engañan a la gente, llevando al caos a la nación. Sin embargo, sinceramente les pregunto: ¿Es posible demostrar que hubo alguna vez un período durante el cual estas cosas no ocurrían o no existían? Estas cosas siempre han existido y siempre existirán, hoy y siempre. La historia no es sólo la historia de la gente buena. Junto a la historia de la gente buena está la historia de aquellos que juran, muerden, roen, hacen trampas, traicionan y se acusan mutuamente. No tienen que ir muy lejos para encontrarlo. Si miramos a nuestro pasado reciente, veremos esto y nos estremeceremos al ver cuántas veces fueron asesinadas las almas en nombre de la democracia, cuántas veces las diferentes clases sociales se convirtieron en lobos para devorarse los unos a los otros, y cómo, muchas veces, a nuestros corazones se les hizo beber el odio, la maldad y el resentimiento.

Contemplando algunos sectores de la sociedad desde la perspectiva de determinados temas, lo que hemos estado haciendo hoy no es diferente de lo que hicimos ayer, y las acciones de mañana no serán diferentes a las de hoy. Incluso en la más pura de las sociedades ideales, han existido y existirán algunas almas oscuras que continuamente engañan y estafan, dividiendo, explotando, y oprimiendo, y que cambian continuamente las máscaras de sus rostros y son, por lo tanto, capaces de ocultarse a sí mismos su verdadera identidad. Por otro lado, también es cierto que, además de estas personas, existe un mundo de gente positiva y de esfuerzos positivos.

Hoy en día el movimiento por la educación se lleva a cabo bajo diversos nombres y títulos, y los esfuerzos en pos del amor, la tolerancia y el diálogo son intentos serios de acercar sectores de la sociedad y hacer que las fuentes de su poder espiritual se muevan y funcionen. Son, ciertamente, suficientes en manos de las generaciones cuya tensión metafísico- espiritual está completa y que realmente creen, para volver a poner a flote el encallado buque de la nación, haciendo que navegue con seguridad. No hay duda alguna de que las generaciones de hoy, que han sido maltratadas y explotadas en lo que a su espíritu y carácter se refiere, y que han sufrido grandes y repetidas pérdidas en su moral, virtud, pensamiento, arte y, prácticamente, en todos sus valores humanos, no hay duda de que estas generaciones vivirán una nueva resurrección, gracias a su libertad espiritual y a su coherencia intelectual.

Los siglos XIX y XX se convirtieron en una era de desintegración y retroceso para nosotros. Durante mucho tiempo, las verdaderas razones de esto no se percibieron y las opiniones sobre este tema fueron deliberadamente distorsionadas. Por lo tanto, se produjeron obras maestras de verdadero atraso que se hicieron evidentes en los ámbitos de la religión, la ciencia, el arte y la estética. Con el tiempo, algunas corrientes, que de vez en cuando asumían la forma de conflictos de ideas, resultaron ser corrientes de confrontación y ateísmo. Estos conflictos de ideas surgieron debido a la fantasía y a la confusión. Esto fue así hasta tal punto que, en lugar del genio científico, se puso de moda el malabarismo y el engaño; en lugar de la iluminación, la ilusión; y en lugar de la lucha y la perseverancia, la difamación. Aquellos que consideran el engaño como habilidad emplea toda su energía y todos sus esfuerzos para derrumbar las verdades históricas por medio de quimeras, tergiversaciones intencionadas, engaños, calumnias e instigaciones maliciosas. Contemplad la manifestación del Destino Divino sobre el que se erigen todavía la dinámica histórica y las raíces espirituales de la gente, y comparadlo con aquello en lo que se han convertido los embusteros, esos que ya han sucumbido y han pasado.

El despertar de esta nación a la vía del Profeta, una vez más, cual copos de nieve que danzan por doquier con los vientos primaverales, susurra canciones de una nueva existencia, de un revivir más lozano. Hoy nos parece que estamos más vivos, ágiles y determinados, con la esperanza, la tranquilidad y la alegría de la realización, de encontrarnos y volver a ser nosotros mismos. Desearía que todos nuestros esfuerzos, a partir de ahora, cada lágrima que derramemos, pudieran llegar a ser el remedio de nuestras graves heridas y la luz de ese mañana que tan oscuro nos parece aún.

Tras la entrada en el siglo XXI, podemos decir que el futuro de las naciones asociadas con nosotros se halla bajo la salvaguarda del ejército de la luz cuyas palomas están remontando el vuelo con alas luminosas. Éstas, a su vez, son consideradas como representantes de la ciencia, el conocimiento, la virtud y la moralidad. Esperamos que estas benditas generaciones que, en su gran mayoría, se han dedicado a la enseñanza y a la educación, sean nuestros guías con una voz y un pensamiento luminosos, y que no sólo nos hagan recuperar todos aquellos valores históricos que hemos perdido, sino que también permitan que nuestra gente salde su cuenta con la época.

En efecto, la causa y el fin de nuestra existencia no tienen nada que ver con el poder o con la fuerza. Al reconocer que el poder que se ha entregado y sometido a la verdad tiene en ello su propia razón de existir, reconocemos y respetamos de todo corazón la necesidad de las técnicas y de la tecnología, la necesidad de implementar la industria, el valor de la ciencia y el conocimiento. Junto a ello aparece la vasta perspectiva de nuestro pensamiento, nuestra excepcional aceptación e interpretación del arte y nuestra comprensión de la aplicación de la verdadera justicia, un tema especialmente sensible, y también nuestra creencia en la obligación de que nuestro país debe ser alimentado y apoyado con todo ello. Por lo tanto, lo que hoy más necesitamos son mentes bien educadas, de grandes perspectivas, y maestros espirituales de amplios horizontes que puedan establecer el necesario equilibrio de todo ello, en nombre y en representación de nuestro país y de nuestra gente; que puedan elevar a nuestra nación y a nuestro pueblo hasta las cumbres del pensamiento; que puedan dirigirnos a las raíces de nuestra esencia o espíritu; y que puedan proporcionar oportunidades y dar una apertura a nuestras almas que necesitan y aman al Sublime.

En lugar de política de partidos o exclusivismos, nuestro país necesita discípulos del conocimiento, de la moralidad y la virtud, que estén bien dotados de fe y esperanza, llenos de entusiasmo, y que se hayan desprendido de toda ambición y angustia, ya sea material o inmaterial, respecto a esta vida y a la próxima. Hasta que podamos encontrarles y nos pongamos en sus manos, este exilio y esta esclavitud entrelazados, aun siendo relativos, parece que van a continuar. Le pedimos al Señor de la Misericordia Infinita que envíe pronto en nuestra ayuda a esas generaciones a las que durante tanto tiempo hemos esperado, con esos signos de consuelo que ya hemos visto aparecer en el horizonte.

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