Tafakkur (Reflexión)
Tafakkur significa pensar sobre una cuestión de forma profunda, sistemática, con sumo detalle. En el contexto de esta obra significa una reflexión que es lámpara del corazón, alimento del alma, espíritu del conocimiento y esencia y luz de la forma islámica de vivir. La reflexión es esa luz en el corazón que permite al creyente distinguir entre el bien y el mal, lo beneficioso y lo perjudicial, lo bello y lo feo. Gracias a esa reflexión, el universo se convierte en un libro abierto al estudio y los versículos del Corán desvelan con mayor claridad sus secretos y sus significados más profundos. Sin la reflexión el corazón se oscurece, el espíritu se siente irritado y el Islam se vive en un nivel tan superficial, que carece de profundidad y de sentido.
La reflexión es un requisito esencial para poder ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor y extraer conclusiones de los acontecimientos. Es la llave de oro con la que abrir la puerta de la experiencia, el vivero donde están plantados los árboles de la verdad y la apertura del ojo del corazón. Esta es la razón por la que el representante más encumbrado del género humano, el más destacado en la reflexión y en otras virtudes, la paz y las bendiciones sean con él, dijo: «No hay acto de adoración que sea tan meritorio como la reflexión. Reflexionad, pues, sobre la generosidad y el poder de Dios, pero no intentéis hacerlo sobre Su Esencia, pues nunca podréis conseguirlo».[1] Con estas palabras de la gloria de la humanidad, la paz y las bendiciones sean con él, no sólo se enfatiza el mérito de la reflexión, sino que también se especifican sus límites y se nos hace recordar los nuestros. A fin de llamar la atención sobre el mismo tema, el autor del Al-Minhay («El Camino Descrito») escribe:
Reflexionar sobre la magnificencia es una condición si se sigue este camino,
Mientras que reflexionar sobre la Esencia Divina es un pecado manifiesto.
Es falso e inútil pensar y dudar sobre Él,
Además de significar que se quiere conseguir algo que ya se tiene.
El versículo coránico: «...y reflexionan sobre la creación de los Cielos y de la Tierra» (3: 191), nos presenta al libro del universo junto con su creación, las peculiaridades de sus letras y palabras, la armonía y coherencia de sus frases y su rotundidad, como si fuesen un todo, mostrándonos uno de los métodos de reflexión más beneficiosos.
El camino para llegar a ser unos seres humanos universales y perfectos consiste en volvernos hacia el Libro de la Verdad Absoluta en todos nuestros actos y pensamientos; estudiarlo y aplicarlo en nuestras vidas, descubrir los misterios Divinos en el libro del universo y, valiéndonos de todo nuevo descubrimiento que ayude al verdadero creyente a profundizar y desarrollar sus reflexiones, llegar a experimentar una vida llena de deleite espiritual junto con un tipo de luz que se extiende desde la creencia hasta el conocimiento de Dios y, desde éste, hasta el amor a Dios; y tras ello, avanzar hacia la Otra Vida y hacia la complacencia y el beneplácito divinos.
La reflexión se puede aplicar a todos los ámbitos científicos. No obstante, las ciencias racionales y experimentales no son más que un primer paso o un medio para alcanzar el objetivo final de la reflexión, la fuente primordial, infinita, de todo el conocimiento –el conocimiento de Dios– siempre que la mente no se haya llenado de conceptos y premisas erróneas. Estudiar la existencia como si fuese un libro sobre el que podemos reflexionar, puede producir los resultados deseados y suministrar información e inspiración incesantes, siempre y cuando se admita que todas las cosas y sus atributos han sido creados por Dios. Esto es lo que deben buscar y hacer aquellos que atribuyen todo a Dios y han alcanzado la complacencia espiritual gracias al conocimiento, al amor y al recuerdo de Dios.
La reflexión debe comenzar y estar basada en la creencia en Dios como Originador de la creación. En caso contrario, aún siendo posible que se alcance a Dios en algún punto del camino, no se irá más allá de la certeza acerca de la Existencia y Unidad de Dios. La reflexión que comienza y está basada en la creencia en Dios como Creador y Administrador único de toda la creación, permite una progresión continuada y mayores profundidades para desarrollar nuevos descubrimientos en dimensiones más avanzadas (amor a Dios, «aniquilación y subsistencia en Dios»), y descubrir las realidades Divinas que están detrás de las cosas y de los acontecimientos. Dicho con otras palabras: la reflexión que comienza con Dios como poseedor de los Nombres «el Primero» y «el Externo» y progresa hacia Él como «el Último» y «el Interno», permitirá a la persona avanzar de forma ininterrumpida y sin límite alguno. Animar a la gente a que se implique en una reflexión concentrada en esta forma y en este objetivo tan concretos, significa que se le anima a aprender y a utilizar los métodos de las ciencias que estudian la existencia y las formas en las que ésta se manifiesta.
Como todo lo que hay en los cielos y en la tierra es la propiedad y el reino de Dios, el estudio de cada incidente, objeto y cualidad, significa estudiar la forma en la que el Creador excelso trata la existencia. El creyente que estudia y comprende con precisión este libro de la existencia, y que luego diseña su vida en consecuencia, seguirá el camino de la guía, la piedad y la corrección hasta la estación final del Paraíso donde podrá beber del Kawzar, del agua bendita del Paraíso.
Mientras las gentes del extravío y de la ruina total deambulan siguiendo las huellas de Satán, sumidos en los pozos del descuido y de la ingratitud hacia Dios, –el auténtico Poseedor de la infinita variedad de la belleza y la generosidad del mundo–, los que están dotados de reflexión siguen el camino hacia el Paraíso, reconocen al Verdadero Dador de toda magnificencia y Le obedecen con absoluta conciencia de lo que significa creer en Él. Viajan desde la gratitud alcanzando todo tipo de dones, y luego van de la magnificencia a la gratitud; siguen las huellas de los ángeles, de los Profetas y de los creyentes verdaderos y leales, buscando la complacencia de Dios y agradeciéndole Sus bendiciones. Al utilizar la herramienta de la reflexión, y mediante la ayuda del recuerdo de Dios, superan todos los obstáculos y, progresando desde el acopio de las medidas necesarias para conseguir su objetivo hasta llegar a la sumisión, y desde la sumisión hasta confiar todos sus asuntos al Poder de Dios, vuelan por los cielos hasta alcanzar sus destinos definitivos.[2]
¡Dios nuestro! Inclúyenos entre los que Te recuerdan e invocan de pie, sentados, y tumbados sobre sus costados, y reflexionan sobre la creación de los cielos y la tierra; y concede la paz y las bendiciones al maestro de los que reflexionan, y a su Familia, provistos de una sinceridad perfecta.
[1] At-Tabarani, Al-Mu‘yamu’l-Awsat, 6:250; Al-Bayhaqi, Shu‘ab, 1: 136.
[2] Hay muchos destinos definitivos. Algunos de ellos son: entrar en el Paraíso, obtener la complacencia de Dios y conseguir la recompensa de Su visión.
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