¿Qué opina usted sobre los bancos de esperma y la inseminación artificial?
Los bancos de esperma son establecidos para facilitar la inseminación artificial. Este método ha sido utilizado para plantas y animales durante mucho tiempo con el fin de producir razas de calidad más alta además de mejorar y conservar las especies. Sin embargo, el hecho de que dicho método se use para las personas es un caso reciente.
Las semillas en el Reino Vegetal y el esperma en el Reino Animal son los catálogos y fuentes de datos de los nuevos seres vivos. La semilla germina en el suelo y el esperma en la matriz. Son los granos a partir de los cuales los atributos y las características del nuevo ser se desarrollan; son los elementos a través de los cuales se mantiene la procreación y la supervivencia de las especies.
Mientras en el reino de las plantas y los animales la inseminación artificial tiene algún significado en términos de preservación y mejora de las especies, su uso en los humanos se regula a través de ciertos principios legales. Además, también se debe abordar en términos de las leyes naturales que gobiernan el universo (shari’at al-fitra).
Aceptamos sin argumentos la inseminación artificial para las plantas y los animales. Sin embargo, en cuanto a los seres humanos, debido a los asuntos relacionados con la herencia, el matrimonio y las relaciones familiares, representa una situación muy diferente. Por tales motivos, la manera en que se desarrolla la fecundación y la procreación ha estado ligada a las restricciones desde la llegada del primer humano al mundo, y ha venido siendo así hasta nuestros días, excepto en algunos períodos de la historia, durante los que se abusó de ello. Esto puede haber sido debido a los deseos carnales sin límites de la especie humana o por alguna disposición natural. Creemos plenamente que la primera unión de un hombre y una mujer estuvo sujeta a las restricciones divinas. Desde el principio de la legislación, la protección del linaje ha sido uno de los cinco principios básicos (usul al-jamsa). Este principio básico nos indica que el esperma y la matriz deben ser restringidos y ligados el uno con el otro mediante un contrato. En otras palabras, el esperma y la matriz se deben unir y la realidad de hombre y mujer, que parece estar separada, se une simbólicamente. A través de esta unión, el tercer aspecto de la familia, es decir, el hijo, adquiere su afinidad legítima a la unión de familia. La religión considera esta unión como el matrimonio. Esta es la fundación más firme en la que se puede establecer la familia.
Cualquier unión del esperma y la matriz fuera del matrimonio se considera como fornicación. Y esto conduce hacia la destrucción del trío familiar, la extensión de la inmoralidad, la degradación de la mujer hasta el nivel de la propiedad común y la ilegitimidad. Por dicha razón, todas las religiones divinas ponen especial énfasis en el matrimonio considerándolo una condición necesaria del ser humano. Por otra parte, el adulterio y la fornicación se consideran como una trasgresión y un delirio causado por la incontrolada naturaleza humana.
¿Si la fecundación se realiza con un esperma de origen desconocido sería legítimo? En realidad, no hay ninguna diferencia entre un niño nacido de esta manera y el de una relación ilícita. Ya que no hay ningún contrato en ninguno de estos casos, el linaje está roto y el árbol genealógico «derribado». De ahí surgen varias cuestiones legales que no pueden ser subyugadas, por ejemplo, la herencia, el matrimonio y las relaciones familiares. Por esta razón, la inseminación artificial no es un asunto que se pueda tratar ligeramente. Aparte de esto, en términos del acercamiento psicosocial o de la psicología familiar este tema presenta muchos riesgos. Un padre que sabe que el niño no se creó de su propio esperma no puede dejar de sentirse ajeno hacia el inocente niño. Éste siempre se le acercará con duda. Y también le afectará a la madre y su forma de percibir tanto al niño como al padre y la relación entre ambos. El niño soportará doble carga. Percibirá ser un hijo «no real». Digo «percibir» porque escuchará en algún sitio que no es el verdadero hijo o el mismo podrá llegar a esta conclusión por las miradas y la actitud del supuesto padre.
También se puede cuestionar que si el esperma se toma del marido, se permite la inseminación artificial. Afirmar esta pregunta sin considerarlo con cuidado sería un decreto religioso (fatwa). Porque la naturaleza de la pregunta parece obtener una respuesta positiva, pero la mala intención detrás de ello y la demagogia implicada nos conduce a ser cautelosos. ¿Por qué eligen un camino tan poco natural, mientras hay un camino natural e innato? ¿No sería apropiado rendirse a la sabiduría Divina y actuar según las reglas de la creación física? Cumplir con el camino natural es lo esencial.
Pueden hacer otra pregunta y decir: «Esto puede ser correcto cuando el padre es capaz de procrear y la madre es capaz de ser fecundada. En este caso, se debe seguir el camino natural. ¿Sin embargo, qué pasa si el padre no es capaz de hacerlo?». Entonces haré la siguiente pregunta: «¿De quién es el esperma empleado en la fecundación». Si el padre es impotente y el esperma no posee la calidad debida entonces es obvio que el esperma tomado del padre no fertilizará definitivamente el ovulo. Entonces el esperma que pertenece a un desconocido se empleara y esto se considera como fornicación indirecta. Si la situación consiste en que la madre tiene una insuficiencia o una enfermedad en la matriz, el especialista debe intervenir. Si una intervención quirúrgica legal convierte la matriz en «un lugar de descanso firme» (23:13), corresponde seguir el camino natural. Si la matriz no es capaz de realizar sus funciones como es debido, la inseminación artificial no tiene sentido. Tomar a la ligera este asunto diciendo que el esperma del marido es lícito aunque sea técnicamente correcto, es un juicio defectuoso porque está abierto a los abusos. De hecho, realmente me temo que aquellos que elevan tales cuestiones lo hagan para conseguir algún tipo de juicio con el que abrir las puertas al abuso. Los bancos de esperma ya existen y sus puertas están abiertas a todo el mundo que considere la inseminación artificial legítima en el Islam o no.
En términos de las leyes de la naturaleza (shari’at al-fitriya), la inseminación artificial tiene muchas objeciones. Sin embargo, la discusión sobre ello dará ocasión a un debate aún más complicado; así que no voy a hacerlo. Este no es mi campo y por eso debo dejarlo a los especialistas, científicos y médicos; este es el acercamiento más juicioso.
No cabe duda que tal camino es contrario a la naturaleza. Los seres vivos están dotados con el sentimiento de mantener la supervivencia de su especie a través de la reproducción sexual y se les da una pequeña recompensa en forma del placer temporal para servir este final. El Dueño de todas las criaturas que imbuyó tal disposición en las mismas no quiere que esto se cambie. Por lo tanto, nadie tiene derecho a procurar abolir esta fuerza natural. Cualquier tentativa hacia ello es una tentativa de cambiar la creación y la naturaleza, que se debe rechazar (mardud). Este es un acercamiento que considera a la gente en el mismo nivel que las plantas y los animales y destruye la diferencia de la humanidad. Por esta razón, la gente se debe oponer a tal pensamiento. Sin embargo, hoy en día las personas avanzan lentamente en las ciencias naturales. No será fácil salvarlos de la locura de las tecnologías artificiales. Sin duda algunos pretender crear un conflicto artificial con este asunto y otros similares entre la ciencia y la creación de la humanidad «de la mejor manera» (95:4), y procuran presentar la ciencia y la religión como dos conceptos en oposición.
Esperemos que tal gente que se halla inmersa en un tipo de alucinación como esa pronto se despierte y distinga la verdad, y que los obstáculos entre la ciencia y la ética se superen.
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