¿Que relación guardan aquellos que se oponen al Diálogo con los Jariyies, los Karmaties y los Anarquistas?
El Karmatismo es una secta esotérica y herética fundada por Hamdan ibn Karmat en el siglo IX d.C. Hamdan aprovechó la pobreza de la gente y ejerció gran influencia, especialmente en lo que es hoy en día Irak y países colindantes, propugnando el establecimiento de la «propiedad colectiva» y el reparto equitativo de las propiedades de los ricos entre toda la sociedad. Aunque religiosos en apariencia, tenían más bien intereses económicos así como una ambición y unos objetivos exclusivamente políticos. Intentaron rebelarse contra el Califato Abasí, reuniendo fuerzas alrededor de sí, y torturaron a los musulmanes sunnies durante años, martirizando a muchos de ellos. Tendían emboscadas a los peregrinos en su camino cuando realizaban el hayy, atacaron la sagrada ciudad de La Meca y hasta robaron la Jayar al Aswad (Piedra Negra) de la Kaba y la llevaron a Basora.
Los Karmaties no consideraban el matrimonio como una institución sagrada y llamaban a los actos prohibidos «bellas artes». Trataban a las mujeres como si de una propiedad colectiva se tratase y llevaban a los jóvenes al camino de la perdición mediante la prostitución; legitimaron las bebidas alcohólicas y toda clase de lujo y extravagancia. En resumen, esclavizados por sus deseos carnales y aspiraciones los Karmaties inventaron su propia religión; calificaron a los que no siguieron su camino como «condenados al infierno» y de esa manera lograron fomentar la desunión y discrepancia durante mucho tiempo. En cierto sentido, se puede decir que eran los anarquistas o nihilistas de su tiempo.
Los Jariyies Modernos
Los Jariyies eran otra facción heterodoxa que acusaban al Califa Ali tanto de haber reconocido el arbitraje y haber aceptado el tratado en la Batalla de Siffin como de no haberle cedido el Califato a Muawiya por lo que, a ojos de está facción, había cometido un grave pecado. Consideraban infieles a todos los que no pensaban de la misma manera que ellos —incluyendo a los Compañeros del Profeta—. Aunque al parecer creían en el Islam, tenían una visión estrecha y privada del pensamiento racional y juicioso. La acción siempre tenía prioridad absoluta sobre el conocimiento y el aprendizaje para ellos; y por eso fueron arrastrados posteriormente al fanatismo, la intolerancia y la hostilidad, viéndose envueltos además en la severidad, la violencia y la crueldad. Fueron distraídos por sus consignas y acciones las cuales habían convertido su doctrina en una religión forjada por su carácter tumultuoso y agitado. Su motivación no residía en el conocimiento sino en consignas, entusiasmo y humor reaccionario. Quizás leyeran el Corán una y otra vez, pero ésta era en realidad una lectura literal y siempre se oponían a cualquier interpretación diferente a la suya; consideraban a los que pensaban de otra manera como infieles que debían ser borrados de la faz de la Tierra; eran crueles y tiránicos sin un ápice de piedad.
Hoy en día, vemos que algunas personas se comportan como modernos Karmaties y Jariyies, obstruyendo los esfuerzos en pos del diálogo y el entendimiento e interrumpiendo los sueños de paz y amistad. Ellos también se llaman musulmanes a sí mismos; pero han atacado la religión desde una aproximación esotérica, sustituyéndola por sus propias pasiones y emociones. Y algunos de ellos, atrapados en las arenas movedizas de la intolerancia y el fanatismo, han interpretado literalmente el Corán y los hadices, haciendo de dicha interpretación la única y más importante, desenvainando sus espadas de odio y hostilidad contra otros musulmanes. Un pequeño grupo integrado en sus filas ha adoptado un profundo entendimiento esotérico, considerándose a sí mismos personas que han alcanzado una existencia transcendental, y miran con desprecio al resto de musulmanes. Y algunos de ellos se adhirieron ciegamente a los manifiestos mandamientos divinos (nass) sin ningún esfuerzo en emplear su mente para su interpretación. Carecían de cualquier destreza apropiada en la divulgación de la fe o en la comprensión y entendimiento de los demás; no poseían ni código de buena conducta, buenos modales y respeto. Todo lo que hicieron estas personas fue prender la llama del fuego de la desunión y entorpecer los movimientos de tolerancia.
A estos dos grupos más tarde se le unió un tercero: las almas anarquistas. El delirio Karmati y las conductas desenfrenadas de los Jariyies causaron que algunos musulmanes cayeran en la red de los terroristas, se vieron envueltos en el caos, amenazando e incluso asesinando a gente. Cualquiera que fuera el motivo, sea religioso o nacional, algunos individuos imprudentes fueron manipulados por algunas facciones oscuras del poder; no tenían nada que ver con la religión pero aún así cometieron asesinatos en su nombre, y se los dedicaron a aquellos que de por si estaban en contra de la religión.
¡Anarquistas, Asesinos de Inocentes!
Los anarquistas legitimaron la opresión de algunos tiranos contra los musulmanes. Entraron en escena siendo unos rebeldes contra el estado y rechazaban reconocer la democracia y el sistema secular. El resultado natural de esta situación fue que el estado los utilizó como excusa para suprimir tales tipos de sublevaciones. De este modo, y mientras tanto, oscuras y sombrías sospechas que se cernían sobre personas inocentes fueron interpretadas como hechos reales y muchas personas inocentes fueron maltratadas y perjudicadas ante la posibilidad de que pudieran ser peligrosos. Los ataques suicidas no tienen cabida en el Islam. A lo largo de toda la historia del Islam nunca se dio permiso para asesinar a gente inocente; esto es imposible así como totalmente inadmisible. Sin embargo, como consecuencia de las acciones de algunas personas —similares a los Karmaties y Jariyies—, que han sido engañadas o manipuladas mediante drogas o por otros medios, muchos otros inocentes han sido difamados, y la prístina reputación del Islam ha sido empañada. Los musulmanes, representantes de la sumisión a Dios y de la seguridad, han sido descritos así en medio mundo como terroristas potenciales.
Se pueden citar dos factores que empeoraron el asunto: el primer factor es la furia, la coacción y la determinación de los tiranos; y el segundo las acciones y comportamientos de algunas personas imprudentes que justifican la causa de los tiranos.
A lo largo del proceso, los más perjudicados han sido aquellos que estaban en medio, entre la duda y la vacilación. Ellos observaron lo que estaba pasando, y al contemplar al frente de todo este problema a las almas anarquistas, nihilistas y unos pocos Karmaties y Jariyies, pensaron: «Se han excedido en demasía, así que merecen un castigo». De esta manera, han refrendado las coercitivas y represivas operaciones de los tiranos, percibiéndolas como que han sido llevadas a cabo en defensa del sistema. Además, aquellos que trabajan en la administración o pasaron a propósito por alto todo lo que estaba ocurriendo o eran incapaces de comprender el verdadero alcance de los sucesos. Aquellos que titubeaban y vacilaban en medio de todo, fueron abrumados por sus dudas y accedieron al deterioro de la atmósfera de tolerancia y a que fueran retiradas las manos que habían sido extendidas para la paz.
También es importante saber que siempre es fácil ocasionar un perjuicio; el daño puede ser influyente aunque sea causado por un pequeño grupo. Destruir es fácil. La difamación, la mentira, la calumnia siempre pueden ser empleadas con gran facilidad por unos pocos escritores a sueldo. Muchas personas, así como muchas instituciones, han sido difamadas de esta manera. Hasta han organizado campañas ocultas de difamación en pos de la supuesta «libertad de prensa». Estas campañas siempre fueron llevadas a los tribunales de justicia para ser refutadas e indemnizadas; sin embargo, estos procesos duraban meses y se emitía un veredicto después de pasar mucho tiempo. Las malas intenciones habían sido ya realizadas dejando imágenes contaminadas en las mentes de algunos.
Una pequeña minoría marginal, insatisfecha con todo, estaba detrás de toda esta perversidad. Ellos creían en un tipo de sistema de castas en la que se establecían así mismos como los representantes de la Existencia Divina en la Tierra, mientras que el resto de la gente era, en palabras de Necip Fazil, simplemente parias. Si algo bueno debiera ocurrir, tenía que ser llevado a cabo tan sólo por ellos; si cualquier éxito era alcanzado, sin duda eran ellos quienes se llevaban todos los honores. Según su punto de vista: «¿Cómo puede ser posible que la gente religiosa sea la primera en ser recordada cuando se menciona el diálogo y la tolerancia? ¿Cómo pueden ser los musulmanes la vanguardia de la educación? Esto no es posible, deberían ser los otros a quiénes tenemos en estima los que desempeñan estas actividades, cuando son ellos los dignatarios, y no aquellos cuya esencia es ínfima». No importa como los llaméis, sea un grupo marginal o una minoría oligárquica, esta gente presumida dañó de manera amplia el aura pacífica que podría habernos rodeado; lo que provocaron ellos no fue nada más que destrucción.
Ataques al Diálogo
El frenesí Karmati, la mentalidad Jariyi y la visión anarquista han sido observados en el pasado, y pueden reaparecer en cualquier momento. Mientras que la gente creyente pueda recuperar y tener una oportunidad de expresarse, adoptar una postura a favor del diálogo y el entendimiento, propagando la paz a todas partes y a cada uno, seguramente habrá ciertas personas que se molestarán por ello. Quizás debemos preguntarles la siguiente pregunta: «La gente de fe cumple con ciertos principios; así aumenta sus números constantemente y son bienvenidos por todo el mundo; ¿por qué no usáis vuestros propios argumentos de incredulidad de modo que podáis crecer en número también? La sociedad no os aprecia, entonces lo que tenéis que hacer es alcanzar tal nivel que seáis respetados, inspiréis confianza y os convirtáis en seres tan amados para que podáis ser bienvenidos».
En realidad, preferiría no haber mencionado a estos tres grupos compuestos de malignas personas, especialmente en este sagrado mes de Ramadán. Mencionar el mal bloquea la piedad; de este modo, hablar de esta gente que respira el mal puede impedir la Misericordia Divina que está lloviendo sobre nosotros estos días. Para que estas bendiciones sean continuas siempre debemos hablar de los que hacen el bien y tomar medidas para hacer el bien. Estaba inspirado por las recientes comidas de Iftar (comidas que terminan con el ayuno del Ramadán) a las que asistían representantes de muchos pensamientos diferentes dedicados a la tolerancia, a estrechar la mano del otro, compartir opiniones y puntos de vista; ya no se veían ajenos los unos a los otros. ¡Ojalá algunas personas no hubieran saboteado tales actividades en el pasado, que no hubieran tomado partido por la hostilidad y hubieran podido abrazar estas reuniones con buenas intenciones! ¡Ojalá que por lo menos pudieran responder a aquellas manos extendidas para la paz con una rama de olivo!
Sin embargo, cada uno demuestra su verdadero carácter; y nosotros también tenemos que demostrar nuestro carácter. Nuestro camino a seguir es aquel en el cual somos inspirados con la fe en Dios y en el que tomamos parte en acciones positivas. Nuestro deber es invitar a los demás a «conversaciones acerca del más Amado una hora más», tal y como los Compañeros harían, y de esta manera reforzar nuestra fe caminar de manera entusiasta, haciendo de las Verdades de la Fe accesibles a los demás…sin tener en cuenta lo que algunos otros dicen o hacen.
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