Para ser testigos de Dios
Los Profetas también fueron enviados de modo que la gente no pudiera alegar ignorancia en el Más Allá. Considerando esto, el Corán señala: Mensajeros (que han sido enviados como) portadores de buenas nuevas y de advertencias, para que la gente no tenga ningún argumento contra Dios después de los Mensajeros (que les han venido) (4:165).
La humanidad, que ha seguido a un gran número de supuestos guías o líderes sólo para extraviarse, ha sido guiada verdaderamente por los Profetas. Estos siervos de Dios fueron creados para una misión especial. Ya eran Profetas en las matrices de sus madres y sus nacimientos fueron extraordinarios. Sus vidas se parecían a sinfonías hermosas, absolutamente armoniosas y equilibradas. Sus palabras semejaban melodías dulces que penetraban en las almas.
Toda la existencia, animada o inanimada, les escuchaba. Los árboles y las rocas saludaban al profeta Muhammad, y él les contestaba. Busiri dice en su conocido Qasida al-Burda: «Los árboles respondieron postrándose a su llamada». Cuando él los llamó, los árboles vinieron a él. Ambos, seres vivos y objetos inanimados, obtuvieron sentido por su llegada, la existencia se convirtió en un «cosmos» desde el «caos», y cada cosa se convirtió en una lengua que glorifica a Dios con su alabanza: Los siete Cielos y la Tierra y todo lo que se halla en ellos Le glorifican. No hay nada que no Le glorifique con Su alabanza (proclamando que Él es el Único Dios sin igual ni asociado y que toda la alabanza y gratitud Le pertenece exclusivamente a Él), pero no podéis comprender Su glorificación (17:44). La armonía extraordinaria del Universo ya muestra la Existencia y la Unicidad de Dios. Nada es creado en vano y sin propósito: ¿Cree acaso el ser humano que se le dejará solo (que obre como le plazca)? (75:36).
Si los Profetas no hubieran sido enviados, podríamos haber tenido argumentos en contra de ser castigados en el Más Allá. Pero, como dice el Corán: Nunca castigaremos (a una persona o a una comunidad por el mal que hayan hecho) hasta que no hayamos enviado a un Mensajero (para que dé consejo y advertencia) (17:15), Dios debe enviar a Profetas de modo que la gente pueda distinguir el bien del mal. Así, la gente no puede alegar ignorancia cuando deba defender sus acciones en el Día del Juicio Final.
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