Ma‘rifa (Conocimiento espiritual de Dios)
El significado literal de ma‘rifa denota pericia o talento, una habilidad especial que tienen ciertas personas, y el conocimiento obtenido a través de ciertos medios. Según dicen los viajeros del camino hacia Dios, es la estación donde el acto de conocer está conectado con el que conoce, donde el conocer se convierte en una segunda naturaleza y donde cada estado revela qué o quién se conoce. Algunos han definido ma´rifa como la aparición y el desarrollo del conocimiento de Dios en la conciencia de la persona, o como el conocer a Dios con la conciencia personal. Dicho con otras palabras: la consecución de la autorrealización personal y la realización de la humanidad con todas sus dimensiones y valores intrínsecos. Bien pudiera ser esto lo que significan las palabras: «El que se conoce a sí mismo conoce a su Señor».[1]
El primer rango de ma’rifa consiste en percibir las manifestaciones de los Nombres Divinos que nos rodean asistiendo como espectadores a la asombrosa atmósfera de los Atributos que están detrás de la puerta del misterio, entreabierta gracias a estas manifestaciones. Durante este viaje, las luces fluyen continuamente desde los ojos y oídos del viajero hasta su lengua, y el corazón comienza a dirigir esos actos que actúan como una lengua que confirma y proclama la Verdad Absoluta. Esta lengua se convierte, como si dijéramos, en una cinta magnetofónica de «buenas palabras» y de luces diversas que proceden de la verdad resplandeciente que dice: «Solo a Él asciende la palabra pura (como la fuente de poder y gloria), y la acción buena y recta (acompañándola) la eleva» (35: 10); y ello hace que se reflejen en la pantalla de la conciencia del viajero.
Quien ha obtenido esta ma‘rifa es inmune a todo mal y está rodeado de las brisas que proceden de los reinos del Más Allá. Tal y como declara Ibrahim Haqqi de Erzurum:
Dios dijo: «Ni los Cielos ni la Tierra Me contienen».
Es conocido por el corazón como un Tesoro Escondido.
lo cual es una traducción del hadiz qudsi: «Ni los Cielos ni la Tierra Me contienen, sólo el corazón del creyente Me contiene».[2] Gracias a ello se abren pasadizos de luz que, procediendo del espíritu de la persona, van hacia Aquel que el corazón conoce. El viajero está tan extasiado observando esas escenas que ya no quiere regresar a la vida cotidiana.
El viajero que se ha cerrado por completo a todo excepto a Dios, que ha resistido los deseos e impulsos materiales para ser llevado por las mareas de la compañía Divina, ha conseguido el estadio de ma’rifa; al que viaja en torno a este punto se le llama un viajero hacia ma’rifa; al que ha llegado se le llama ‘arif (el que tiene conocimiento espiritual de Dios).
Las diferencias sobre ma’rifa que se encuentran en los comentarios están basadas en la naturaleza, en las escuelas de pensamiento y en los niveles de ma‘rifa. Algunos han buscado ma‘rifa en los que la poseen y han podido ver la sensación de sobrecogimiento que se observa en ellos como manifestación de esa misma ma‘rifa. Otros la han visto conectada con la serenidad y valoran la profundidad de la ma‘rifa en función de la intensidad de esa serenidad; otros más la han percibido como la cerrazón completa del corazón ante todo lo que no sea Dios; y aún hay otros que la han entendido como la admiración y asombro del corazón ante las mareas de las manifestaciones Divinas. Este tipo de corazones laten con asombro y maravilla; los ojos de sus dueños se abren y se cierran con sorpresa y admiración, y sus lenguas declaran con perplejidad y desconcierto: «Reconozco que soy incapaz de alabarte como Tú Te alabas a Ti Mismo».[3]
Con el espíritu volando siempre hacia arriba, hacia la eternidad, y con el corazón extasiado con el deleite de haber encontrado la paz o estar sosegado —aunque siempre cauteloso y dueño de sí mismo—, la vida que se pasa en ma’rifa es tan calmada y sosegada como la que se vive en los jardines del Paraíso. Codo con codo con los ángeles, aquellos que han obtenido la ma’rifa están incluidos en el significado de: «…no desobedecen a Dios en lo que les ordena y llevan a cabo lo que les sea ordenado» (66: 6). Provistos de este tipo de sensaciones, y como los capullos que esperan la luz del día para florecer, estas almas se abren por completo con la ma’rifa «a plena luz del día» y experimentan el placer de la intimidad con Él en cada instante con una nueva dimensión de ma’rifa. Mientras mantengan los ojos fijos en la puerta de la Verdad Absoluta, serán embriagados con Su encuentro varias veces al día e incluso cada hora, y en cada nuevo instante gozarán del éxtasis de una nueva manifestación.
Mientras los que imaginan ser eruditos siguen «arrastrándose», y los filósofos siguen filosofando e intentando construir a partir de la información de que disponen, el ‘arif (el que ha conseguido el conocimiento espiritual de Dios) está siempre degustando y hablando sobre la paz inmerso en una efusión de «luz». Incluso cuando los ‘arifin tiemblan de miedo y sobrecogimiento ante el Todopoderoso, sienten un infinito deleite y, aunque sus ojos derramen lágrimas, sus corazones están siempre sonriendo.
Entre los ‘arifin hay diferentes maneras y tendencias basadas en los caracteres y en las escuelas de enseñanza espiritual. Mientras unos son silenciosos y profundos como remolinos, otros «borbotean» como cascadas. Algunos están siempre llorando por temor a cometer transgresiones y no se cansan nunca de alabar a su Señor; otros viajan continuamente con sobrecogimiento, modestia y familiaridad, y nunca piensan abandonar este «océano». Hay otros que son como la tierra que todo el mundo «pisa» sin que nadie les muestre respeto o incluso crea que son ‘arifin; o también son como nubes que derraman «agua» sobre lo que está debajo, y los hay que son como brisas que afectan nuestras emociones y nos insuflan beneficios y favores.
Al ‘arif se le puede reconocer de varias maneras: es una persona que sólo espera favores del Conocido y sólo se hace íntimo de Él; sólo a Él abre sus párpados y las puertas de su corazón; sólo hacia Él se vuelve enamorada; y experimenta el mayor de los sufrimientos cuando desea a alguien que no sea Él. Quien no ha conseguido un verdadero conocimiento del Dios Todopoderoso no puede distinguir entre el Amado y los demás, y el que no tiene una relación íntima con el Amado no puede conocer el tormento y el dolor de la separación. Muhammad Lutfi dice:
En los ojos del alma del ‘arif se ve la luz del conocimiento de Dios.
El que está con un ‘arif recibe la ayuda de Dios y sabe lo que es el conocimiento de Dios.
¡Dios nuestro! Sé favorable y no estés contra nosotros; ayúdanos y no ayudes a otros en contra nuestra. Y concede paz y bendiciones a nuestro maestro Muhammad, el elegido y enviado, y a su Familia y Compañeros, los nobles y virtuosos.
[1] Al-‘Ayluni, Kashfu’l-Jafa’, 2: 343; al-Munawi, Fayzu’l-Qadir, 1/225, 4/399.
[2] Ahmad Ibn Hanbal, Az-Zuhd, 81.
[3] Muslim, «Salat», 222; Abu Dawud, «Salat», 148.
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