Yazba e Inyizab (La atracción y la sensación de ser atraído por Dios)
En el lenguaje del sufismo, yazba (atracción) significa que el siervo es atraído hacia Dios por Él mismo, Quien le va purificando de todas las imperfecciones humanas gracias a la elevación espiritual y le va invistiendo con las cualidades Divinas o valores morales ensalzados que aparecen especificados mencionados en el Corán. Significa también sentir y observar con claridad las manifestaciones de la Unidad y Majestad Divinas. El alma purificada, capacitada para recibir este tipo de manifestaciones, se abandona a las mareas que surgen en los reinos del más allá y, como experta nadadora, evoluciona en pleno éxtasis, profundamente absorta en la sumisión a Dios, y sin experimentar miedo ni ansiedad.
Si la atracción significa que el individuo se ve atraído por un poder secreto que está vinculado a su esencia, por el propósito de su creación, hasta el punto en que define su naturaleza primordial y auténtica[1], inyizab significa la aceptación gozosa de esta invitación que recibe el espíritu.[2]
La atracción es un favor divino tan enorme que no se puede obtener mediante causas o medios normales. Es Dios Quien infunde a Sus siervos de corazón puro la atracción y la capacidad de recibirla: «Esa es la generosidad de Dios, la cual concede a quien Su Voluntad dicta» (57: 21). Este regalo incluye, en un sólo movimiento transicional, muchas porciones de tiempo plenas de acontecimientos y otorga, a un simple paso que se dé hacia Él, el poder de alcanzar los jardines del Paraíso, y a una simple mirada la capacidad de convertir un trozo de carbón en un diamante. Grandes distancias que parecían imposibles de atravesar mediante el poder y la voluntad del individuo, se recorren en un instante por la atracción hacia Dios, y se escalan cumbres elevadas gracias a Su elevación, tal y como se dice en: «Una sola experiencia de atracción hacia el Misericordioso equivale a la cercanía a Dios que se obtiene mediante las buenas obras de los hombres y de los genios».[3]
A todos aquellos cuyos espíritus perciben los misterios de la fe y practican el Islam, la excelencia y la devoción gracias a la atracción de Dios, se les llama «los que siguen el camino de Uways»[4] porque están guiados directamente por Dios o por el Profeta y se sienten constantemente atraídos hacia Dios por Él mismo, además de vivir en un éxtasis y asombro permanentes por aquello que observan de las verdades Divinas y las manifestaciones.
En ciertos casos existe un ciclo virtuoso entre la atracción, la adoración habitual y la austeridad. El viajero que recorre el camino hacia Dios se verá favorecido por la atracción en proporción directa al grado de su adoración y austeridad, y estará entregado a la adoración y a la austeridad según sea la atracción que sienta hacia Dios. Siempre que estas personas actúen de acuerdo con la Shari’a, este ciclo virtuoso seguirá existiendo. Si se apartan de la luz de Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, comenzarán a aparecer en ellas muestras de una conducta despreocupada en su relación con Dios, y las obligaciones religiosas pueden empezar a descuidarse.
En principio, la atracción es una cualidad y un regalo Divinos que se dan por adelantado. Sin este don, el viajero que recorre el camino no podrá sentirse atraído por la austeridad, la adoración y la purificación de su propio ser; ni tampoco podrá distinguir las oleadas de atracción, ni el ser atraído del universo, que producen la luz que proviene del Nombre Divino «Aquel Quien se halla lleno de amor y Amado». Esta persona carente de discernimiento tampoco tiene conocimiento de la espiritualidad verdadera.
¿Por qué debería preocuparse mi guía por mí,
A no ser que sufra la atracción del amor?
¿Por qué debería preocuparse por mí,
A no ser que reciba la inspiración de Dios?
Yunus Emre
A veces ocurre que el creyente que es atraído de esta manera se siente abrumado por los regalos que proceden de Dios, hasta tal punto que desaparece todo lo que no sean Sus manifestaciones y se olvida de lo que le preocupa de este mundo y de la Otra Vida. Es el estado de ánimo que expresan los siguientes versos de Muallim Naci[5]:
Por mi naturaleza me veo tan atraído por la rugiente ascensión del mar,
Que siento como si fuese engullido por los abundantes regalos de Dios.
En ellos describe que, tanto la persona como el resto de la creación, se ven como si estuviesen embriagadas con la atracción del Ser Sagrado, Atrayente:
Todo está ebrio con el vino del amor de Dios y con la atracción de este amor. Los objetos celestiales y los ángeles están embriagados; los cielos y la Tierra están embriagados; los elementos y las plantas están embriagados; y los animales, los seres humanos y los demás seres (están embriagados).[6]
Hay dos clases de atracción. Una es la que se siente interiormente, y aquel que la posee no la manifiesta en el exterior. Esa persona ama a Dios, experimenta un gran deleite y contentamiento al cumplir Sus mandatos y se siente atraída sin cesar hacia la fuente de un gozo más profundo. La segunda clase de atracción es la que se manifiesta. El que siente este tipo de atracción no puede evitar manifestarla, como si estuviese en pleno éxtasis. Al sentirse atraído a Dios con una fuerza cada vez mayor, la persona experimenta una alegría y una felicidad enormes, extasiadas y extremas.
Los que no son conscientes de estos grados de elevación espiritual creen que esa persona está loca. Los siguientes versos de Abdulaziz Mecdi Efendi expresan este nivel de éxtasis de manera muy significativa:
Hay un tipo de locura que se llama atracción,
Que es un triunfo garantizado.
Gracias a ella, los misterios de la locura son cada vez más elevados.
La atracción puede parecerse a la locura en varios aspectos, pero en realidad son bastante diferentes. Así, por ejemplo, el individuo en éxtasis que gira por las oleadas de atracción, puede perder parte de sus percepciones y dar muestras de locura al comportarse de manera incompatible con la sensatez y con la Shari’a. En la mayoría de los casos, el extasiado traspasa los patrones normales de los seres humanos en todos los sentidos o en lo que se refiere a las facultades de percepción; hasta tal punto es así que, según la Sunna, viaja en ámbitos que no se pueden alcanzar mediante la razón, con otro tipo de facultades intelectuales o con los sentidos de la gente común. En consecuencia, los que observan a esa persona creen que está loca.
Y sin embargo, viajar por las esferas espirituales que están más allá del alcance y el poder de los patrones normales del intelecto o de la razón —puesto que utilizan ese poder y otros sentidos, además de la ayuda de Dios— es absolutamente diferente del tipo de locura que produce la enfermedad mental, la cual se caracteriza por unos patrones racionales e intelectuales que están por debajo de lo normal.
¡Dios nuestro! Te pedimos los medios con los que atraer Tu misericordia y Tu perdón, la protección ante todos los pecados, la adquisición de todas las virtudes y santidades, la recompensa del Paraíso y el poder salvarnos del Fuego. Y concede paz y bendiciones a nuestro maestro Muhammad, el maestro de los piadosos devotos y de los virtuosos.
[1] Según el Islam, todo niño nace sin pecado alguno y con las capacidades, facultades y naturaleza necesarias para aceptar el Islam y vivir según sus principios. Esto se llama «naturaleza primordial» (fitra). No obstante, la educación adversa que recibe con posterioridad y el entorno que le rodea, afectará sobremanera su posible elección.
[2] Véase el Corán, 41:11.
[3] Fahr al-Din Razi, Mafatih al-Ghayb, 4/142; Al-‘Ayluni, Kashfu’l-Jafa’, 1/397.
[4] Uwaysu’l-Qarani está considerado por algunos como el más grande santo musulmán del primer siglo islámico.
[5] Muallim Naci (1850–1893). Un célebre poeta turco cuyas opiniones sobre la literatura y la educación han influenciado a muchos. Fue un defensor de la poesía clásica turca.
[6] Bediüzzaman Said Nursi, The Words (Trad), The Light, 2010, pág., 640.
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