‘Ashq (Pasión o Amor Intenso, Extático)
‘Ashq significa amar intensamente y sentir estima por la perfección, la belleza o el encanto físico. Los sufíes suelen llamar a este tipo de amor —-como, por ejemplo, el amor al sexo opuesto—, amor metafórico o figurativo. El amor verdadero, el amor por el Rey de la eternidad, es el que se siente por Su Gracia y Su Belleza que se manifiestan en el horizonte de Su Perfección, y el que se siente por Su Perfección que se manifiesta en el horizonte de Su Gracia y Su Belleza. El amor verdadero, intenso, que se siente por Dios, es como unas alas de luz que Él nos otorga para utilizarlas y llegar hasta Él. Sentir este tipo de amor puede considerarse como si el espíritu fuese una polilla que es atraída por la Luz, la Esencia de la existencia. El amor intenso es la causa más básica y misteriosa de la creación del universo. Dios ha creado el universo para conocerse a Sí Mismo y para que todas esas almas que despiertan a la verdad, sientan y manifiesten un profundo interés por Su Esencia, Sus Atributos y Sus Nombres.
‘Ashq es algo que el espíritu siente sin que intervenga su voluntad, y no puede ser controlado por la persona que lo experimenta porque su origen real es Dios que Se ama a Sí Mismo, de una manera concreta y propia de Su Sagrada Esencia, y que es básicamente independiente de lo creado. Es, además, esencialmente diferente del amor que siente lo creado por lo creado o por el Creador. Este amor sagrado y esencial con el que Dios se ama a Sí Mismo, es la razón de que creara el universo y de que hiciese surgir en el mundo al género humano. Este amor es también lo que se manifiesta en los seres humanos como amor a Dios, como la parte más central y fundamental de la relación que existe entre la humanidad y Dios.
‘Ashq es el último paso que lleva hacia Dios, y el amante que lo ha alcanzado ya no tiene que dar más pasos. Al principio Dios se manifestó a Sí Mismo como este amor sagrado, esencial, que exigía el hecho mismo de ser Dios. Yo procuro evitar atribuirle ‘ashq (amor apasionado o extático) en el sentido absoluto de la palabra; prefiero utilizar el término mahabba (amor).
Hay algunos que tienden a llamar Conocimiento a este Amor Divino, ya que el Conocimiento es la primera manifestación del Ser Divino Absoluto que está infinitamente más elevado que la posibilidad de tener socio o copartícipe. Cada una de las manifestaciones del Ser Divino es una condescendencia. La primera se llama «Conocimiento», y es el Conocimiento de Dios. Se le llama también «Amor Sagrado» en el sentido de que a Dios Le gusta observar y ser «observado»; o la «Tabla», puesto que comprende o contiene toda la existencia; o el «Cálamo», porque se ocupa de todo lo que hay en la existencia con todo detalle. Yabarut («el Reino de la Manifestación Transcendental de los Nombres y Atributos Divinos») y la Verdad de Ahmad (el Nombre del Profeta antes de hacer su llegada en este mundo) son otros títulos con los que se denomina esta condescendencia.
El Amor Sagrado es un misterio propio de la Esencia Divina. Otros Atributos de Dios son anejos o dependen de este amor. Por ello, los que viajan con las alas del ‘ashq llegan directamente a la Esencia Divina y se llenan de asombro, mientras que otros tienen que atravesar los reinos intermedios de los mundos de las cosas y de los Nombres.
Los caminos que llevan a Dios son casi incontables. El sufismo, ciencia de la verdad, contiene el alimento, la luz y el conjunto de provisiones que han de utilizar los viajeros del camino; y las órdenes (tariqas) espirituales son los puertos desde los que zarpan o las escuelas donde se enseñan los principios del viaje.
Los caminos que llevan a la Verdad Absoluta se pueden dividir en dos tipos principales. El primero es el camino donde al viajero se le ofrecen o enseñan principios tales como comer menos, beber menos, dormir menos, incrementar la contemplación y apartarse de aquellas relaciones sociales que no sean necesarias. La mayoría de las órdenes sufíes se basan en estos principios. Las invocaciones principales que recitan los que siguen este camino son los Siete Nombres: «La ilahe illallah, Allah, Hu, Haqq, Hayy, Qayyum, Qahhar» (No hay más deidad que Dios, Dios, Él, la Verdad Absoluta, el Vivo, el Subsistente, el Irresistible). Al recitar estos Nombres se pretende subir los siete escalones del «yo carnal» o alma humana: El que ordena el mal, el Reprochador, el Inspirado, el Sereno y Pacífico o el Alma Sosegada, el Alma Complacida (con Dios), el Alma que Complace (a Dios) y el «Yo» o Alma Purificada o Inocente. Hay algunos que añaden a estos siete Nombres ciertos Nombres de Majestad como «Qadir, Qawiyy, Yabbar, Malik, Wadud» (el Todopoderoso, el Fuerte, el Irresistible de majestad suprema, el Único y Absoluto Soberano y el Benévolo e Indulgente); otros añaden Nombres de Gracia «Fard, Wahid, Ahad, Samad» (el Independiente, el Único; Aquel Eternamente por todo Suplicado).
El segundo camino se basa en seguir de forma estricta el Corán y la Sunna, además de llevar a cabo ciertas recitaciones. Los que siguen este camino tratan de acatar la Sunna en todo lo que hacen. En vez de recitar algunos de los Nombres, siguen los métodos que utilizaba el Mensajero de Dios a la hora de adorar, invocar y rezar; reflexionan sobre Sus Actos y criaturas y Lo mencionan con todos Sus Nombres. Al unir estas actividades con un acatamiento meticuloso de las disposiciones de la Shari’a, se vinculan con firmeza a sus guías o maestros y se dejan llevar hacia Dios con las mareas de ‘ashq y la atracción espiritual.
Una vez que han conseguido ‘ashq y atracción, la dimensión externa de la existencia desaparece ante sus ojos. Quedan aniquilados en lo que respecta al aspecto corpóreo de su existencia y comienzan a sentir y observar la Unidad Divina absoluta. En este punto recobran el juicio sin sentirse confundidos, sin ir hacia los extremos en la relación entre el Creador y lo creado. Esta es la manera que tienen de completar su viaje.
Los principios básicos de este segundo camino son la adoración continua, el amor, la atracción espiritual hacia Dios, la recitación frecuente y la compañía del guía o maestro. En este contexto, la recitación, junto con la invocación de Dios y de todos Sus Nombres, implica el estudio o asistencia a clases que pueden propiciar la marcha hacia Dios. Esto es lo que mencionaba el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, cuando describía este tipo de recitación: «Ellos estudian juntos». [1]
En algunas ocasiones, el amante descubre que se encuentra en el río del fervor y el anhelo jubiloso, algo que se considera otra dimensión de ‘ashq.
¡Dios nuestro! Guíanos hacia lo que Tú amas y Te complace, y concede paz y bendiciones a Muhammad, aquél con quien Tú estás complacido; y a sus fieles y leales Compañeros.
[1] Muslim, «Dhikr», 11.
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